La era del ensayo contextualizador

La prisa, con estrés, ansiedad y depresión, que prácticamente generalizan la neurosis, han convertido el ensayo en el género literario por excelencia en la llamada “era posmoderna”. Aquella novela moralizante, promotora de modelos que fomentaba el altruismo; aquel poema tierno, empático con el amor, la amistad y la belleza; el cuento revelador de los secretos imperceptibles de la existencia, dicen muy poco a la gente de hoy, abrumada por fenómenos apocalípticos.

“El cambio climático”, su sucedáneo “calentamiento global” y el remplazo de la acción humana por la Inteligencia Artificial, hacen que la realidad se torne más dramática que la ficción, mientras el poema, en una generación “del desencanto”, como la definen algunos ensayistas, es más bien la elegía de la desilusión.

Las enciclopedias virtuales se destacan por encima de la novela, el cuento y la poesía, el apogeo del ensayo contextualizador, que busca explicar la incertidumbre de una sociedad que derriba a mandarriazos valores como la familia nuclear, la amistad, el estudio y el trabajo como vías para romper el círculo vicioso de la pobreza, con una avasallante imposición de agendas que extinguen los sentimientos que llevaban entusiasmo a la condición humana.

Es tiempo de ponerle atención al ensayo de Douglas Rushkoff, considerado el “heredero” de Marshall McLuhan, quien en los años setenta del siglo pasado pronosticara el surgimiento de la “aldea global”. El autor de Team Human, neoyorquino nacido en 1961, ve al mundo “sumido en una crisis ecológica, de salud mental, y sobre todo una crisis de sentido”.

Rushkoff plantea que “la forma en que estamos programando nuestra economía y nuestras plataformas digitales está dejando de lado la parte humana y la parte consciente de la vida”. Su concepto vendría a parafrasear a Jesús, al auscultar el surgimiento de un hombre que ha ganado el mundo, pero ha perdido su alma, que no es otra cosa que el sentido de la vida.

“Es esencial despertar”, dice el autor a sus contemporáneos. Es más saludable tener alma, que tener cosas. Buen tema para reflexionar.