El béisbol era su pasión sin haber jugado nunca en su vida.

Desde muy pequeño admiraba las imágenes que sugerían movimiento como aquellos vaqueros desbocados que huían de los rayos de la pradera bajo una lluvia que solo el pincel de Frederick Remington podía plasmar, o las persecuciones de soldados a indios indefensos que Charles Russel complementó. Lo que más le encantaba, a decir verdad, era aquel caballo que galopaba en un cilindro y que él veía por un agujerito cuando giraba. Un galope infinito, como el juego de los niños.

Él supo luego, que aquello era obra de un apasionado por la fotografía que siempre quiso atrapar el tiempo en su propio movimiento. En efecto, Muybridge ocupó un lugar especial en su altar cuando después vio aquellas secuencias fotográficas, aparte del caballo, de gatos, chivos, puercos, avestruces, elefante y hasta de un hombre y que él, con tan solo recorrerlas con la vista, desde la primera hasta la última, veía, claramente el movimiento tal y como hacía volar su gaviota en forma de N minúscula en la esquina de un libro cuando pasaba las páginas con el pulgar de su mano.

( https://www.youtube.com/watch?v=heRuLp7CyTM&ab_channel=ChannelStop )
Igual le pasó con el modelo, que el mismo Muybridge retrató, subiendo 3 ó 4 peldaños completamente desnudo. Marcel Duchamp lo descuartizó en una pintura que tituló “desnudo descendiendo una escalera”,

( https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Eadweard_Muybridge_1.gif )
cuando Picasso puso de moda el cubismo y los monos lo imitaban, incluyendo a Françoise Gilot que quería fama a costilla del otro.

Las portadas casi cinéticas que Norman Rockwell ilustraba para el POST lo motivaron a inscribirse y graduarse en Arte. Rockwell tuvo sus secuencias graciosas donde se ven dos señoras chismeando y luego hablando por teléfono y al final, los maridos de estas entran en la cadena del chisme hasta desenredarlo.

Leroy Nieman, más que las imágenes llenas de quietud de Neil Leifer, impuso una dinámica visual poco acostumbrada cuando mezcló el abstracto de moda de Jackson Pollock con lo figurativo del Impresionismo. Eso lo vimos en los bodegones de Timoteo Santos o Vinagre, un pintor vegano radicado en La Capital, que cuando los tenía casi terminados, los salpicaba.

Las revistas más importantes de deportes de los Estados Unidos, como Sport Illustrated, buscaron los servicios de Leroy para presentarnos a Koufax, Marichal, Mantle, Mays, y todas las estrellas de ambas ligas de entonces. La maestría de Neiman hizo que ningún gran deportista de cualquier disciplina se le escapara. Él se basaba en los recortes de prensa de fotos que le ayudaban como soporte a crear sus obras tal y como lo hacía Chuck Close o Alex Katz.

De forma similar Gooch realizó su propuesta con la secuencia de un pelotero dominicano, que no solo ganaba y ponchaba, sino que poseía una elegancia, un don de gente, que nunca se vio en ningún pitcher del béisbol de ese país.

La secuencia de Marichal, como las de Muybridge, se nutrió de una serie de fotografías de Niele y que él pintó en acrílica.

El caballo de Muybridge seguía galopando más que los de Edgar Degas o de Franz Marc, ni siquiera los desbocados de Gericault le ganaron en movilidad visual.

La revista Time, que conocía el fenómeno del “The best right arm in Baseball”, publicó el 10 de junio de 1966 en su portada aquella secuencia en que Marichal se prepara para lanzar, levanta el pie izquierdo hasta las nubes, lanza y se queda viendo, probablemente al ponchao.

Aquella obra que hoy es parte del Smithsonian Museum, lo llevó a la cumbre del arte. ¿Cuántos fotógrafos se inspiraron en aquel inusual gesto de lanzar? ¿Cuántos de estos pensó que Gooch los copió? ¿Cuántos ignorantes del arte atacan a Gooch por un plagio que no existió? ¿En cuántas portadas de revistas apareció Juan Marichal? Ninguna como la de Gooch, a lo Muybridge, tendría el impacto gráfico y artístico como esa.

Basta con ver el anuario de los ilustradores estadounidenses para entender la cantidad de artistas que se inspiran en la pelota. ¿Cuántos fotógrafos del mismo Time, Life, The Sporting News y de todos los diarios de allí retrataron miles de veces a Marichal en todas las posiciones como si fuesen a ilustrar el Kama Sutra? Y de ahí se basó Gooch para crear su obra como lo hizo Frank Almánzar con el dólar sin que nadie mencionara a Gilbert Stuart, el artista de Washington, de donde salió el ícono para la papeleta moneda.

La revista Time se caracteriza por sus portadas de alta calidad en el aspecto creativo, de forma tal que en nuestra memoria casi nunca confundimos una publicación con otra, aunque en sus primeros años el rostro de alguien importante, en la vida pública, se hacía monótono. Hablo del arte de las portadas, no del texto.

Gooch con esa portada, dio el “palo e la gata” que le sirvió de muchísimo estímulo y crecimiento en el mundo del Arte.

Para Marichal esa portada sola, equivalía al “Cy Young” que nunca obtuvo.

Al país le quitó, en ese momento, la imagen de país invadido y usurpado. Para los fanáticos, el mayor orgullo que nunca se detuvo… ni con los batazos al quécher Roseboro quien fue uno de sus grandes amigos y hasta compañero de equipo cuando los Gigantes lo vendieron a los Dodgers, de lo que Gooch, probablemente ni se enteró.

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