Juan Manuel Velázquez nació en San Sebastián, una pequeña ciudad del País Vasco, en el norte de España. Recuerda que empezó a leer en la adolescencia, que para entonces no existía internet ni teléfonos móviles y solamente había dos cadenas de televisión en blanco y negro, “eso pudo influir en mi gusto por la literatura. Además, me gustaban las historias que tenían que ver con la vida real, no tanto la ciencia ficción, aunque leía de todo”. Sus primeros relatos aparecen en la revista literaria Bart y en la electrónica llamada La gangsterera, especializada en novela negra o policíaca en general. Sus relatos más celebrados son “El último trayecto”, “Cuento de Navidad” y “Pobres Diablos”. Recientemente el escritor presentó su libro “Algunos me llaman El Rubio”, una biografía novelada de José Juan Martínez Gómez, considerado el cerebro del atraco al Banco Central de Barcelona en 1981.

¿Cuáles son los escritores que han influido en su creación literaria?
Me gustaba la novela realista: Balzac, Dickens. Después me aficioné a los escritores norteamericanos como Hemingway o Fritzgerald. A continuación los clásicos de la novela negra como Chandler o Hammett. Admiro mucho a Simenon y creo que él me llevó de alguna manera a encontrar mi estilo.

¿Qué piensa acerca de los distintos grupos literarios o intelectuales que chocan en el país?
No pertenezco ni participo en los cenáculos literarios o intelectuales. Sigo las polémicas de lejos, como lector… Hay escritores que reciben favores en función de qué partido esté en el poder, como en todas partes.

¿Influyen las creencias políticas, sociales y filosóficas en el éxito o fracaso de su obra?
No diría eso. Quizás en el fracaso o éxito de mis personajes, pero no en el de mi obra. Es indudable que mi forma de ver la vida condiciona el desarrollo de mis novelas, pero no creo que se pueda deducir su lectura la presencia de determinadas creencias.

¿Cuál es el papel del escritor en la realidad social del país?
Debe decir cosas que nadie se atreva a decirlas de una manera que otros no sepan expresar. Tampoco se debe notar que adoctrina – al menos a mí no me gusta que se note. Está el qué decir y el cómo decirlo. El escritor se vale de la técnica y crea un artificio de ficción para colar sus ideas sin que se note. Sobre todo, lo más importante es que no sea políticamente correcto, que no se deje arrastrar por lo que le sea rentable decir. Que sea agudo y valiente y contrapeso del poder.

¿Fue difícil abrirse paso como escritor en un principio?
Bueno, yo no vivo de la literatura. Tengo mi trabajo y cuando puedo escribo. Los escritores profesionales son un grupo relativamente reciente en la historia de la literatura. Siempre han tenido que llevar a cabo otro trabajo, ya sea de periodista, profesor… para compaginar su obra. Es duro, pero al final debe tratarse de un compromiso insobornable con unos principios y tener claro que no se trata de demostrar nada a nadie.

¿Se ha basado en hechos de la vida real para hacer una historia?
Siempre. En el caso de “Algunos me llaman el rubio” es evidente, pero también en el resto de mi obra. Soy muy observador y me entretengo con eso desde niño. Siempre he sido un poco solitario y la observación del género humano era mi distracción. Luego hay que novelar los hechos. A veces una frase escuchada al azar puede dar un relato.

¿Cuál ha sido el final más difícil de escribir, según su experiencia?
No sabría decir. Soy más de comienzos. Ahí sufro más para conseguir que arranque la historia. Si me funcionan las primeras páginas, todo fluye mejor. Es como si te creyeras la historia que vas a contar. He observado que no soy el único escritor al que le pasa eso.

¿Algo de su infancia que recuerde y está presente en alguno de sus libros?
Sí, muchas cosas. No sabría decir ahora, pero la ausencia temprana de mi padre, la sensación de soledad que eso acarrea sería una constante.

¿Para escribir un libro se necesita una investigación previa?
Si uno quiere escribir sobre un hecho histórico sí. Sin duda. Pero también, cualquier historia requiere ambientarse y a veces las hemerotecas ayudan a encontrar el clima y la atmósfera adecuadas. A mí me gustan los años 80 y leo muchos periódicos de esa época. Antes del internet, Smartphone… ese momento que ahora parece que es la prehistoria donde el tiempo de la acción va más lento.

¿Usted ha escrito numerosas obras sobre carácter jurídico, qué lo llevó a escribir también novelas?
Soy un escritor tardío, no me atrevía a escribir. Me ayudó mucho el escritor Karmelo C. Iribarren que leyó mis primeros escritos y gracias a él encontré mi tono y mi estilo. Hay otros casos como el mio de personas del mundo del Derecho que escriben también ficción.

¿Recientemente presentó su nueva novela “Algunos me llaman El Rubio”. De qué trata?
Esa obra aborda la biografía novelada de José Juan Martínez Gómez, quien fuera considerado el cerebro del atraco al Banco Central de Barcelona en 1981, que tuvo lugar tres meses después del intento de golpe de Estado de febrero y algunos expertos relacionan ambos hechos. El propio protagonista sostiene la versión de que fue un atraco de encargo. La historia del libro no se centra propiamente en este episodio de la historia de España, sino que recorre la vida de José Juan, apodado “El Rubio” desde su infancia hasta el momento actual. Conocí a José Juan en la prisión de Martutene, Gipuzkoa donde cumplía condena cuando fui a presentar un libro anterior. Él me contó su historia y su vida de atracador y me pareció que merecía la pena contarlo, él me propuso escribir sobre su vida. He intentado no juzgar y darle un enfoque humano al personaje. Desde entonces nos fuimos encontrando en cada uno de sus permisos y fruto de las conversaciones surgió esta biografía novelada.

Referente
Soy un escritor tardío, no me atrevía a escribir. Me ayudó mucho el escritor Karmelo C. Iribarren que leyó mis primeros escritos y gracias a él encontré mi tono y mi estilo”.

Opinión
Los escritores profesionales son un grupo relativamente reciente en la historia de la literatura. Siempre han tenido que llevar a cabo otro trabajo”.

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