En el cruce entre la creación literaria, la lucha por los derechos humanos y la educación transformadora emerge una voz que cuestiona lo establecido: Lauristely Pena Solano, una escritora dominicana que ha hecho de la resistencia un acto creativo y político, que desafía las barreras de un panorama cultural tradicionalmente excluyente. Desde Montecristi hasta los espacios académicos y culturales del Caribe, su trayectoria muestra cómo la palabra puede ser tanto un campo de batalla como un medio de sanación. Para la cofundadora de Editorial Anticanon la escritura, la educación y el activismo tienen un enlace inherente; se trata de espacios de resistencia y ejercicio de poder. Lauristely imagina un futuro en el que las escritoras dominicanas y caribeñas: “Ocupamos el lugar que nos corresponde, por el que hemos luchado: con orgullo y consciencia situada geopolíticamente. Un futuro en el que somos ampliamente leídas, traducidas, premiadas y reconocidas”.
Desde Montecristi hasta los espacios de lucha cultural y educativa del país: ¿cómo entrelaza la escritura, la educación y el activismo?
La escritura, la educación y el activismo para mí, tienen un enlace inherente; se trata de espacios de resistencia y ejercicio de poder. Me recuerdo de niña soñando con ser defensora de derechos humanos y escritora, nunca quise ser profesora; sin embargo, heme aquí con una trayectoria como docente. Descubrí en ese rol el mismo sentido de trascendencia que me impulsó a cultivar la escritura y a ejercer el activismo en defensa de derechos colectivos.
En Abyecta exploras temas de cuerpo, marginalidad e identidad. ¿Cómo ha evolucionado tu voz poética desde ese libro hasta trabajos más recientes como Incorrecta?
Abyecta es un libro del pensamiento; lo dedico a la filósofa Julia Kristeva porque surge de un diálogo con su texto Poderes del horror. Quise entender sus planteamientos a través de mi propia experiencia como mujer-poeta, a través de la vivencia de habitar un cuerpo signado como “femenino”. Sin embargo, tras siete años, Incorrecta implicó para mí mayor consciencia y conexión con mi ancestralidad; son las voces de mi herencia, completan mi identidad. Surgió de la urgencia, armado con poemas sueltos que había escrito en distintos momentos y no hacían parte de un proyecto en específico. Así surgió Incorrecta, una nueva parte de mi identidad, más dispersa, menos estructurada.
Como cofundadora del Proyecto y Editorial Anticanon, ¿qué desafíos has enfrentado al visibilizar la literatura escrita por mujeres?
En Anticanon ignoramos los “desafíos” y nos hemos dado a la tarea de crear espacios, abrir caminos y atravesar fronteras como si estas no existieran. Ángela Hernández me regaló una lección trascendental: “¿Para qué seguir hablando del canon y la exclusión de las mujeres? Mejor vamos a hablar del anticanon, de los valores de la literatura escrita por mujeres”. Los machistófeles dominicanos, encumbrados en su delirio de “importancia”, se burlan de nuestros eventos, cuestionan nuestras iniciativas o se levantan indignados cuando aparecemos para tomar nuestro lugar. Pero hablarte de ellos sería otorgarles importancia que no tienen. Lo que han querido imponernos como barreras, nosotras lo vivimos desde la risa. Cuando se ha pretendido cerrar una puerta para las escritoras dominicanas y caribeñas, nosotras hemos derribado paredes.
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
Desarrollo un poemario titulado El libro de las maldiciones y un epistolario íntimo. He podido dedicar más tiempo a Editorial Anticanon y sigo trabajando como coordinadora de Proyecto Anticanon, con el apoyo del mejor equipo: Arlene Sabaris, Patricia Minalla, Denisse Español, Michelle Ricardo y Stefany Mariano. Como activista, desarrollé junto a Michelle el podcast Porque Sueño. Como docente, desarrollo el Diplomado de Escritura Creativa Caribeña, mi mayor orgullo.
¿Cómo se puede construir una educación crítica, antirracista y feminista dentro de instituciones resistentes al cambio?
No estoy segura de que la educación crítica, antirracista y feminista sea posible desde dentro de las instituciones estatales. Lo que sí tengo claro es que las organizaciones de la sociedad civil tenemos el poder para lograrlo. Recuerda el año 2000: era prácticamente imposible ir por la calle con el cabello afro. Sin embargo, hemos avanzado muchísimo. Ese avance se lo debemos a organizaciones de la sociedad civil.Hoy, la educación crítica se gesta desde instituciones sociales como Proyecto Anticanon, La Ceiba con su programa GEMAS, o la Junta de Mujeres Mamá Tingó. No contamos con los recursos necesarios para un alcance amplio, pero vamos dando pasos.
¿Cómo imaginas el futuro de la literatura y la gestión cultural en el Caribe?
Imagino un futuro en el que las escritoras dominicanas y caribeñas ocupamos el lugar que nos corresponde, por el que hemos luchado: con orgullo y consciencia situada geopolíticamente. Un futuro en el que somos ampliamente leídas, traducidas, premiadas y reconocidas.
Si tuvieras que dejarle una sola pregunta al mundo, ¿cuál sería?
¿Seré una “buena ancestra”, serán literatura y mis actos serán monumentos de coherencia? En las palabras de Lauristely Peña Solano resuena una verdad fundamental sobre la resistencia cultural en el Caribe: “Cuando se ha pretendido cerrar una puerta para las escritoras dominicanas y caribeñas, nosotras hemos derribado paredes y surcado ‘la maldita circunstancia del agua por todas partes”.
¿Qué consejo les darías a jóvenes escritoras y activistas?
Más que un consejo, me atrevo a recomendar lo que a mí me ha funcionado: resistir. Primero, desde el autocuidado y la dignidad. Rodearse de personas capaces de brindar amor, asertividad y coherencia. Leer y escribir, hacer arte, sentir y encontrar los propios espacios de poder.
Consideración
Hoy la educación crítica se gesta desde instituciones sociales como Proyecto Anticanon, La Ceiba con su programa GEMAS, o la Junta de Mujeres Mamá Tingó”.
Deseo
Imagino un futuro en el que las escritoras dominicanas y caribeñas ocupamos el lugar que nos corresponde, por el que hemos luchado”.