Antonio Gonzales Duche nació en la ciudad del Cuzco, Perú. Al igual que su padre, también fue alarife (maestro de obras) y esculpió diferentes piezas, entre ellas, los primeros Moisés de Miguel Ángel, con los que participó en una feria nacional en su país, donde ganó el primer premio en talla en piedra. “Como la piedra es difícil de transportar, decliné y empecé a pintar autodidácticamente, copiando obras como las Sibilas de Miguel Ángel”, indica. En los primeros años de su juventud, estudió formalmente y pudo disfrutar la enseñanza de maestros que fueron la columna de la historia de las artes plásticas de su tierra. Recuerda que en el bachillerato, entre las diferentes materias, los cursos impartidos por sus maestros lo inspiraban a leer obras, especialmente, de escritores que desentrañaban la sociedad incluyendo los de política. En cuanto al teatro y la poesía, a cuales se entregó por un tiempo, comenta que se quedó con la poesía. “Llegaban a mi mente inesperadamente o estaban cuando las requería para que mis conclusiones, un poco más allá de lo cotidiano de la vida, se plasmaran”.

¿Qué es la poesía y el proceso de creación literaria para usted?
La poesía fue y es el encuentro de mi ser interior con mi ser exterior, traspasando límites o fronteras al encuentro de otros, que ven en el “cosmos de las experiencias”, un derrotero que nos hace atinar sobre donde estamos y hacia dónde estamos yendo. Es lo que exhala e inhala del centro al exterior y viceversa. El origen es un punto que se va expandiendo hasta llegar a la bóveda del cráneo, en cuya cóncava fuente se encuentra qué se debe decir, escribir…

¿Qué busca a la hora de escribir un poema?
Los que vivimos la vida de nuestros padres obreros, sus limitaciones y su cotidiano proletario. Los que en medio de las incertidumbres y nuestras necesidades lejanas encontramos caminos por donde ver horizontes mejores. Siempre es indefectible, la educación, la intelectualización de nuestro saber por los conocimientos. Que son más que todo producto de nuestras experiencias, búsqueda y encuentro de espacios mejores, donde desarrollarnos. No pueden ser tan platónicas nuestras inspiraciones, siempre serán un reclamo, una protesta, materia y no materia, arribando a dilucidar algo más para mirar un mejor horizonte. Me inspira el hombre y sus dificultades. Y el instrumento para esas dificultades, el espíritu de la vida misma. El hombre de ahora comprensible e incomprensible a la vez para los de nuestro tiempo, pero implícito y real para aprenderlo e insertarse en ello. Para mirar de nuevo e interpretarlo en lo que nos queda para no quedar en un vacío. Entonces escribo. Lo que ha llegado a mis tuétanos y respira por mis huesos, en las construcciones y deconstrucciones que los hago disquisiciones que parecen personales.

¿Cómo sabe cuándo un poema está terminado o necesita más trabajo?
Fluye al momento de escribir el pensamiento, hasta que se encuentra con un obstáculo. No está la palabra que se espera, que define. Se detiene la impronta. Vuelvo a releer para reencaminar, retomar el sendero, hasta que, una oración o palabra cierra y da por culminado el tema. Casi siempre posteriormente, si al leerlo, hay algo que le falta en su esencia, que debe ayudarle a crepitar más fuerte: ser contundente. Pueda que cambie una palabra o una oración.

¿Considera que el poeta “evoluciona” en su escritura?
Evoluciona dimensionalmente. Todavía tengo mascotas de los poemas que escribía cuando era estudiante, ahí desnudo el alma describiendo los sentimientos de toda índole. Y el amor profano de las incertidumbres, escondido en un latido conocido y desconocido. Sobre la política, ideo política de encontrar un mundo mejor. Para mi juventud, la realidad social de construir un hogar fue primero, aunque la pintura seguía siendo un compañero. Solo el dolor de perder mi primera compañera me hizo escribir espontánea y definitivamente. Ya en República Dominicana, volvió la inspiración y publiqué mi primer poemario en la Editorial Argos en febrero de 2005, muy lejano de aquellos tiempos, comprometido y referido a la actitud del hombre, y lógicamente lo personal. El segundo creo que ha evolucionado en algo, quizás un poco más maduro, pero de eso, solo puede definir la crítica que la presenta. Ahora, abarca diferentes temas, como el segundo. Pero más que cambiar o evolucionar en lo que debe ser, es el hecho, como los demás, que me hace sentir, que estoy realizando lo que me llama debo hacer.

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?
¿Qué me gustaría alcanzar con mi poesía…? No sé, siempre ha sucedido, porque sucedió su motivo, y será así siempre, creo, sí, persisto en continuar. Será porque lo necesito, porque es parte fundamental de mi naturaleza entrar en los insondables del ser, traer de sus espacios cuando se alzan en las improntas de momentos inesperados. Tendrán el valor, que a veces hacen un nudo en mi garganta. Para mí, para los que lo acepten, más allá, el tiempo dirá. Como cuando tuve la audacia en mi adolescencia política, de hacer teatro y poesía en las plazas públicas, para llegar directamente.

¿Cuál es el concepto de su más reciente exposición “Vórtices del color en la palabra”?
Esta exposición consta de diferentes formatos, técnicas y materiales. Reúne trabajos producidos en los últimos ocho años, y algunos más. La intención es mostrar los diferentes períodos y cambios dentro de ese trayecto, que aunque algunos difieren en su discurso, mantienen la esencia y presencia personal. La muestra va acompañada de la puesta en circulación de un libro, que contiene las obras y poesías que han ido naciendo junto con la producción de las obras. Son temas diferentes, aunque parece que se encuentran en un mismo discurso. Lo hice así también, porque quise rendir homenaje a la acogida que me ha dado República Dominicana y sus habitantes, en quienes he encontrado esposa, hijos, padre, hermanos y amigos. Un apoyo y cariño desinteresado, en todo mi acontecer, especialmente, en mi trabajo.

Consideración
Defino mi poesía como encuentros con las profundidades de los acontecimientos que dejan ver su alma en mi alma. Profano de lo académico, revestido de la concesión social”.

Lenguaje poético
Mi lenguaje es interrogativo, reflexivo, analítico de lo tangible e intangible. Aunque muy recatado, parapetado en mi persona para describir un común acontecer”.

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