Desde pequeña fue amante de las artes. “Me gustaba pintar, bailar, estuve en clases de música muy temprano… y aunque me alejé del entrenamiento formal por varios años, cantar siempre me llamó la atención”, recuerda nuestra entrevistada, Laura Virginia Pernas. No obstante, fue a sus trece años, aproximadamente, que empezó a interesarse por el teatro musical. Dice que mientras más investigaba sobre éste, más se acercaba a sus raíces clásicas. “Fue bastante claro, desde un principio, que mi voz se sentía más cómoda con los musicales de corte clásico, como los de Rodgers and Hammerstein o Lerner and Loewe”. Pero poco a poco fue interesándose por el canto lírico, al punto que al día de hoy podríamos decir que es una de las voces promesas del país.

¿Cómo tomas la decisión de dedicarte al canto, viviendo en un país donde la realidad cultural no está en las mejores condiciones? ¿Fue difícil?
Sabía que quería dedicarme a los escenarios desde la adolescencia, cuando quizás era un poco más ingenua y no tomaba todos los factores en cuenta. Mientras maduraba, más elementos percibía en mi contra, pero siempre me decía a mí misma que cualquier problema que se presentara tendría solución, pues verdaderamente nunca me vi dedicándome a otra cosa.

¿Cómo recibió tu familia la noticia? ¿Recibiste el apoyo esperado?
Tengo la suerte de que mis padres me apoyaron desde temprano. En una carrera de tanta ambigüedad, que contar con ellos y que crean en mí es un ancla que me mantiene estable.

Has tenido la oportunidad de estudiar en el extranjero… ¿Qué te ha aportado esta experiencia?
En primer lugar me ha dado independencia. He tenido que aprender a lidiar con situaciones que probablemente no enfrentaría si me hubiese quedado en el país. Musicalmente, hay muchas técnicas y disciplinas que ayudan a un cantante a independizarse, como las clases de teoría y solfeo, pronunciación del lenguaje e interpretación, entre otras, que salvo las dos primeras no había tenido la oportunidad de recibir aquí.

¿Qué tipo de repertorio goza de tu especial interés y por qué?
Soy débil con el período romántico. “Faust”, de Charles Gounod, es mi ópera preferida, y me encanta el concierto para piano y orquesta de P. I. Chaikovski… Y es que después del período clásico, enfocado en las melodías, los románticos se encargaron de enriquecer sus composiciones con armonías complejas e interesantes, dándole suma importancia a las emociones.

Recientemente participaste en un taller de formación para cantantes jóvenes, impartido en el Conservatorio Nacional de Música por el maestro Kamal Khan. ¿Qué ha sumado a tu carrera profesional?
Muchas cosas nuevas en qué pensar. Llevo dos años en el Conservatorio de Boston y no siempre tengo la oportunidad de que me escuchen nuevas personas. Cuando duras tanto tiempo con un profesor, quizás hay problemas que dejas de notar, o ciertas cosas se vuelven “normales”. Con el maestro Khan he podido ponderar aspectos que quizás no hubiese percibido de otra manera.

Allí de seguro tuviste la oportunidad de tener una idea más clara del panorama lírico local, el relevo… ¿Qué impresión te llevas del mismo?
Hay mucho talento y mucho potencial en República Dominicana. Hasta este curso no había podido conectar con la mayoría, pero es importante saber que si en nuestro país falta algo, no es talento; faltan recursos para poder pulirlo.

Para ti, ¿qué es lo más gratificante de este mundo?
Tener la dicha de poder utilizar un medio artístico que me apasiona para comunicarme con las personas.

¿Y lo no tanto?
Que por cada audición exitosa hay veinte fallidas.

¿Te has proyectado a futuro? ¿Dónde te ves?
Primero quiero terminar mis estudios de licenciatura y maestría. Es lo único seguro ahora mismo. Uno nunca sabe adónde esta carrera te puede llevar. Hay que mantener la mente abierta y siempre tener un buen sistema de apoyo.

¿Qué no le debe faltar a un cantante lírico?
Independencia, responsabilidad y humildad. Estudiar la historia de la música, especialmente de la ópera; sentirse cómodo con varios lenguajes. Nunca puede perder las ganas de seguir aprendiendo.

Al momento, ¿cuál es el recuerdo más especial de toda tu trayectoria musical?
Durante mi proceso de formación he podido aprender un sinnúmero de aspectos relacionados a la música, pero creo que nada se compara con los sentimientos de una niña de quince años descubriendo su pasión por la música clásica. No sabía nada de tradición, análisis musical… nada concreto. Solo recuerdo haber asistido al Festival Musical de Santo Domingo 2013 y cómo mi vida cambió para siempre. La experiencia de oír ciertas piezas por primera vez, sobre todo en vivo, sin tener expectativas, fue sumamente especial.

Esfuerzo
Que un cantante salga al escenario a interpretar una ópera no es pura casualidad. Detrás de esto hay muchas horas de trabajo y estudio”.

Gran ejemplo
Ivonne Haza, mi maestra por muchos años en el país, es prima-hermana de mi abuela. Es una de mis mayores influencias y guía vital durante mis años más formativos”.

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