En 1943 se constituyeron en el país varias “ligas” contra enfermedades tales como la tuberculosis o el cáncer. Se conformó la Liga Contra el Cáncer con el dictador Trujillo como presidente de honor y el doctor Marcial Martínez Larré, presidente. Le acompañaban en la directiva el doctor Toribio García como vicepresidente, el licenciado Federico Kidd como tesorero y el doctor Jaime Oliver Pino como secretario. Como vocales fungían un grupo de personalidades de la época, tales como los señores Enrique Valdés, Fernando Basor, Néstor Contín, Alejandro Coradín, Juan Santoni y los doctores Manuel Mallén, Rafael Albert, Ricardo Martínez, Julio de Windt, Manuel Sánchez, Gabriel Oliver y Antonio Musa, entre otros. En 1948 el doctor Heriberto Pieter aportó una significativa cantidad de dinero para iniciar los trabajos del Instituto de Oncología Milagro de la Caridad. En 1949 al celebrarse el primer aniversario del centro se celebró una misa y se desvelizaron dos tarjas. Una de ellas se refería a que ese edificio fue construido por la Liga Dominicana contra el Cáncer presidida por el doctor José Sobá en unos terrenos en la zona universitaria cedidos por el Estado. Se daban las gracias al dictador Trujillo y a su esposa, quien organizó colectas para el centro. Se destaca en la tarja que el ingeniero José Ramón Báez Soler diseñó el edificio y dirigió la construcción de forma totalmente gratuita. En esa tarja se mencionan una gran cantidad de personas y empresas que contribuyeron a la construcción del edificio. Personalidades como Mendel Singer, Bruno Phillips, Enrique Peynado, Alberto Rogers, así como familias como la Peña Batlle o empresas como la ferretería Morey aportaron recursos para la construcción del edificio. Naturalmente la respetada figura del doctor Heriberto Pieter aportó mucho a esta iniciativa. En el momento de la celebración del primer aniversario era presidente de la liga contra el cáncer el doctor Arturo Damirón y era vicepresidente el doctor Pieter.

La otra tarja se refería al Comité femenino de la Liga Dominicana Contra el Cáncer reconociendo su eficaz gestión para la edificación del Instituto. Formaban ese comité las señoras Nidia de Paiewonsky, Yolanda de Imbert, Polimnia de Read, Carmen de Sobá, María de Despradel, Aida de Polanco, María de Faxas y Nereyda de Castro. En su emotivo discurso el doctor Pieter dijo: “Hemos tolerado el correr de un año completo en la espera de este momento. Los textos respectivos de los letreros que ahí se disimulan han sido ya leídos y releídos por muchos de los que estamos presentes en este recinto. Durante este lapso hemos podido observar que ninguna otra expresión del sentimiento humano luce tanto como los rasgos placenteros que iluminan las facciones de quienes perciben su propio nombre incrustados en los renglones heráldicos que nuestra institución describe en esos tableros. Satisfacción y orgullo, humildad o hidalguía, rodo lo que es noble y grandioso en la íntima elaboración de lo bello, se destaca discreto y tímido en el semblante de los bienaventurados que han sabido cooperar con nosotros en la penosa faena de la construcción de este sitio de esperanza, de estudios y miserias, así como también de complacencia o desconsuelo”.

En ese acto además se mostraron los equipos médicos del centro, su capacidad para el diagnóstico patológico y se entregó el boletín de la Liga Dominicana Contra el Cáncer. Igualmente, médicos de la época como el doctor Miguel Guerrero o el doctor Mario Ravelo publicaban en los periódicos informaciones sobre la enfermedad. Esa labor iniciada hace ochenta años sigue adelante con muchos médicos y personas comprometidas. En otro escrito nos referiremos a doña Rosa Emilia de Tavares y sus aportes.

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