El egipcio Omar Sharif tuvo que encarnar al ruso doctor Zhivago y la cara de psicópata de Telly Savalas bastó para que lo incluyeran entre los 12 del patíbulo

Omar Sharif fue seleccionado para el rol principal en “El Doctor Zhivago” de 1965, sin embargo, su pelo rizado de árabe no encajaba con los “principios” estéticos de la fábrica de diversión y manipulación cultural. De manera que al joven egipcio le encajaron tremenda peluca para actuar con pelo “bueno” como los de Tarzán, John Wayne, Ken Maynard, Tony Curtis, Dean Martin, Moe Howard, etcétera. Pero además le jalaron la piel, a nivel de los ojos, para darle una mirada de seductor imposible, que el dolor de los jalones impidió.

Los roles de personajes malévolos del cine casi siempre se los daban a unos cuantos que tenían cara de malos, para así ganar la mitad del camino. Solo faltaba que gruñeran para completar el trabajo.

En las vaqueradas en blanco y negro, el papel de malvado lo hacía “El Chino” Kenneth McDonald con su bigotico de chulo cubero. Cuando Jack Palance entró a los estudios metió miedo con su cara dura y peor que un quécher en plena faena. Telly Savalas provocaba terror. Su combinación de risa sarcástica y su mirada de psicópata fueron determinantes para su rol en “Los 12 del Patíbulo”. No le fue difícil al Congress for Cultural Freedom, maquinaria comunicativa y manipuladora de masas, darle el rol de Pancho Villa a Savalas para reafirmarlo, ante el mundo, como un bandido, lo que tuvo más efecto que los miles de escritos en las agencias de prensa que se difundían en todo el continente. Con iguales fines y menos resultado, Jack Palance fue Fidel acompañando al Che en la ropa de Omar Sharif.

En la estética hollywoodense de los años 50, 60 y 70, existía el criterio, quizás derivado del teatro, de presentar a los actores bien maquillados y de una limpieza que nadie creía pero que el público se tragaba como una píldora del Dr. Ross. Es así como en una pelea de John Wayne revolcándose en el lodo salía en la siguiente escena seco, sin el mínimo rastro de sucio para cabalgar, de un extremo al otro de la pantalla. Hasta que Sergio Leone no solo ensució a los bandidos, sino que los puso a ganar contra unos millonarios que iban tranquilos en una súper diligencia.

La invitación a Serge Eisenstein, que no era otra cosa que quitarles a los soviéticos un gran cineasta, no les salió porque en los Estados Unidos se hacía cine de artesanía y los rusos cine de repertorio. Eso hizo que Chaplin, al entender que Hollywood era una maquinaria de hacer dinero, sin importarle la calidad estética y los buenos guiones, se cobijó en su propio estudio.

Cantinflas tiene mucho de Chaplin, pero no hay ni imitación y menos plagio. Muchos temas son los mismos, pero con otro “approach”. “El Circo” de Mario Moreno es completamente diferente al de Charlot. Mientras que el primero se destaca por sus expresiones, sus gestos y mudez, el pelaíto mexicano usa la palabra para divertir a su público. Los dos personajes coinciden en su contexto de pobreza y en la avivatez cargada de una humanidad de otro mundo. Ambos contienen el elemento esencial: la picardía y la gracia de hacer reír con tan solo una mirada o una sonrisa. Una pena que Cuquín quedara atrapado en su islita y en el cajoncito de Freddy.

El humor mudo del francés Jacques Tatischeff o Tati y seguidor de Chaplin, era tan, pero tan soso que más se acercaba a Shemp, el cuarto hermano de Los Chiflados, en sus movimientos completamente disparatados y sin gracia como si anunciara la aparición de Louis de Funes, seguidor de Moe Howard. Era la conexión de Hollywood con Europa.

Cuando no existía Google las traducciones de las películas la hacía cualquier empleado del cine, el taquillero, el proyectista, el que pintaba los letreros para anunciarlas, porque había hecho un cursito con la Hemphill School o había tomado algunas lecciones con el tícher Tolentino y su método infalible Berlitz. De esas traducciones resultó una joya que nunca se olvidará: la película NEVER CRY WOLF fue traducida como LOS LOBOS NUNCA LLORAN y el que no dejó de llorar nunca, fui yo, de la risa.

Uno de los muchos comentarios sobre la película ESPARTACO, con Kirk Douglas, era que si es la época de los romanos los hombres ya conocían las cuchillas de afeitar Gillette porque era obvio que con las espadas no era, por más amolá que estuvieran.

La australiana Mary Anna Smith cuidaba su jardín y su hortaliza. Un día cualquiera de 1868 se le ocurrió hacer un injerto a sus manzanos y resultó que de sus árboles apareció una variedad de manzana de color verde por primera vez en la historia de la agricultura. Sin embargo, el capitán Barbossa apareció con una como si la piratería hubiera tenido poderes de viajar en el tiempo 140 años para atrás. Muchos son los detalles que hay que observar para hacer una película. Para eso hay historiadores especializados que evitan que se ponga gafas de sol a Django en la época de Lincoln o que metan un motor URAL M-63 en el SOLDADO RYAN cuando ese modelo fue inventado 18 años después de La ll Guerra Mundial. (Continuará).

Malvados
…casi siempre se los daban a unos cuantos que tenían cara de malos, para así ganar la mitad del camino. Solo faltaba que gruñeran para completar el trabajo”

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