En la margen occidental del río Nigua, próximo a su desembocadura al Mar Caribe y a unos 800 metros del Ingenio San Cristóbal de Diego Caballero, se encuentra el sitio arqueológico del ingenio conocido como Boca de Nigua. En el siglo XVI existía en este lugar un ingenio, pero no se identifica a quien pertenecía ya que algunos documentos hacen entender que era del alcaide Francisco de Tapia y otros que era del tesorero Esteban de Pasamonte. Lo que sí está claro es que el ingenio quedó en abandono a finales del siglo XVI cuando la isla entró en crisis económica y hubo un éxodo masivo de la población hacia otros territorios.
En 1780 el Ingenio de San Gregorio de Nigua era propiedad de don Casimiro Bello, hijo de canarios, que formaban parte de la nueva élite de la isla. En ese momento el ingenio tenía 41 esclavizados, pero al parecer el ingenio ya estaba deteriorado, pues el banquero y economista vasco Simón de Aragorri y Olabide, marqués de Iranda, compró en 1783 el ingenio de Nigua, que estaba en mal estado. Este nuevo ingenio azucarero construido sobre las ruinas del Ingenio Nigua fue denominado Santa María del Rosario de Andiarena.
A pesar de algunos problemas para comenzar a producir, en poco tiempo el Ingenio Nigua se convirtió en el ingenio más productivo del Santo Domingo español. Hacia 1788 ya tenía 60 negros esclavizados y en 1795 tenía 200 esclavizados, lo cual indica su importancia. En ese momento el ingenio fue modernizado, con el diseño del francés Paul Belin de Villanueve, ya que el marqués de Iranda tenía muy buenas relaciones con los franceses, pues había llegado a ser el corresponsal en España de la Caja de Descuentos de París.
El gran invento de Belin, que trascendió las fronteras del Santo Domingo francés, fue su nuevo sistema de colocación de los calderos o pailas, logrando un mayor aprovechamiento del calor producido en los hornos. La innovación consistió en la nueva forma de alinear las pailas que se utilizaban para la fabricación del azúcar, que suelen ser cinco, sobre un solo horno con el objetivo de aumentar la acción del fuego, al permitir la introducción de una sola corriente de aire a través de una estrecha abertura que comunica con el interior del horno, cuyo hogar está abocinado, y tiene una salida estrecha, que comunica con una chimenea. Tal como se expresa en el Memorando sobre un nuevo equipamiento de calderas de azúcar, de 1786: “esta disposición del horno facilita singularmente la absorción del aire exterior naturalmente atraído por el fuego, pero que entraría en pura pérdida, si las emanaciones resultantes de la destrucción de los cuerpos combustibles no fueran expulsadas en proporción al aire atraído, y con la misma energía.”
Luego de probar el sistema, Belin proporcionó los planos de su nuevo sistema de colocación de los calderos, así como la información necesaria sobre los hornos y la chimenea a su amigo Mederic Louis Moreau de Saint Mery, para que se hiciera un memorando explicativo, con sus conocimientos y observaciones sobre la fabricación del azúcar, que sirviera a otros hacendados de la colonia. Este memorando fue publicado en 1786 con los planos detallados con plantas, secciones y detalles a escala y toda la explicación necesaria para la fabricación del equipamiento y su funcionamiento.
El Ingenio Santa María del Rosario de Andiarena, actualmente conocido como Boca de Nigua, fue construido a finales del siglo XVIII, utilizando los planos y el diseño del ingenio de Belin instalado en Bas-Limbé, cerca de Cabo Haitiano. El ingenio tenía un trapiche de sangre, en cuyo centro tenía un molino de tres cilindros para exprimir la caña y sacar el jugo o guarapo que se llevaba a la casa de calderas por medio de una canaleta, por fuerza de gravedad. El trapiche tiene una plataforma superior, que originalmente estaba techada, por donde giran los animales, normalmente caballos, que hacían girar los rolos del molino. Tres accesos abovedados permitían el ingreso de la caña, la salida de los bagazos hacia el secadero y la salida del guarapo hacia la casa de calderas.
Dentro de una misma casa de calderas, se colocaron dos trenes franceses, opuestos entre sí, con una chimenea en cada uno de sus extremos, compartiendo un solo patio de secadero de los bagazos y un solo sótano para alimentar los hornos, lo que hacía aún más eficiente y económica la producción de azúcar. Asimismo, la casa de purga o secadero de hornalla está dividida en dos partes iguales, con tramos para colocar las hormas de barro, como parte del proceso del secado del azúcar. Hacia el oeste de la casa de calderas se encuentra un gran patio para el secado a cielo abierto rodeado de unas construcciones que servían de depósito y área administrativa.
A unos metros de ahí, el ingenio cuenta con otra casa de caldera más pequeña, para el aprovechamiento de las mieles residuales. El conjunto del ingenio también posee un horno de cal de gran capacidad, que debió haber sido construido hacia finales del siglo XVIII, ya que en esa época tomó auge el uso de la cal “para precipitar los coloides, en vez de la lejía”.
Al ser simétrica la casa de calderas, con sus dos trenes francés opuestos, y teniendo suficientes datos para su reconstrucción, los criterios de restauración elegidos en la década de los 70’s del siglo XX por el encargado de la obra, ingeniero José Ramón Báez López-Penha, fueron la consolidación de todas las partes del ingenio que se encontraban en pie, utilizando materiales similares a los utilizados en la construcción original, “llegando a labores de restauración y reconstrucción en la mitad de la sala de calderas, de manera tal que se puedan apreciar el espacio interior, la solución de techos y la separación de los niveles alto y bajo que explican por si solos las funciones de esta edificación”
La restauración del ingenio de Nigua realizada en la década de los 70’s del siglo XX es un buen ejemplo de intervención, que logró rescatar de la ruina y abandono una hacienda azucarera del siglo XVIII, con reconstrucciones parciales, sin afectar su autenticidad y haciendo más didáctica la interpretación del sitio. En el ingenio de Boca de Nigua pueden verse todas las etapas del proceso de la elaboración del azúcar, desde la molienda de la caña, hasta la cristalización del azúcar, utilizando el nuevo sistema de producción azucarera inventado por Paul Belin de Villeneuve.
Los criterios utilizados para la restauración del Ingenio Boca de Nigua resultaron muy adecuados ya que permitieron reconstruir parte de las edificaciones, manteniendo la autenticidad del conjunto y al mismo tiempo tiene un gran valor didáctico ya que se puede observar la ruina por un lado y la reconstrucción por el otro.
Este ingenio, al igual que otros del período del dominio español en la isla, se encuentra desprotegido y sin un mantenimiento adecuado. Requiere una urgente intervención, así como una sistemática investigación arqueológica.
Centro estudios caribeños. PUCMM. Este artículo forma parte de las investigaciones realizadas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.