Una tarea que urge en este país es poner a Pedro Santana en su sitio, que no es el Panteón. Esto contribuirá a fortalecer nuestra identidad en nuestras verdaderas raíces del sacrificio de quienes fundaron la nación: los trinitarios y los que la reafirmaron, los restauradores.

Tiene que terminar ya la tergiversación histórica con Santana. No podemos seguir vanagloriando a un personaje funesto sin méritos y sin luces.

Si continuamos con esta ambigüedad le estamos diciendo a nuestra juventud que la adulonería, la traición, la crueldad, la mediocridad, la cobardía y la misoginia son valores válidos para el quehacer ciudadano. ¡Y NO!

¿Dónde está la famosa Academia de la Historia Dominicana? Ahora hará menos, con la presencia del general aquel, de marras o de marranos, más santanista que los calieses trujillistas.

La adulonería de Santana era tan grande que aun siendo pisoteado, como lo fue cuando llegaron los generalitos de la anexión, seguía siendo fiel al amo. Porque Santana no fue más que un patán con aires de grandeza. Carl Jung lo hubiese definido “una persona” sin personalidad.

La traición se manifestó en su inmundicia desde que desconociera a los trinitarios y cogiera el poder, fruto del esfuerzo de aquellos.

La crueldad manifiesta en los fusilamientos de Sánchez y sus compañeros, de Valverde y del niño que describe Paul Dhormoys, condenado a los 12 años para ser fusilado a la edad legal. No por respeto a la legalidad, sino para hacerlo sufrir, siguiendo la lógica del perfil psicópata que le da la Psicología de gozar el sufrimiento ajeno.

La mediocridad que impuso por la fuerza desde su ignorancia para validar sus instintos primarios, porque ideas nunca tuvo.

La cobardía demostrada en todas las batallas en que fue nombrado vencedor, cuando en realidad nunca estuvo al frente de sus tropas. Santana fue un usurpador pues se robó de los demás el mérito ganado en los campos de guerra, los que veía de lejito y presto a salir “juyendo” en caso adverso.

Como todo traidor-desertor. Santana fue un misógino por lo que se ensañó contra María Trinidad Sánchez que sirve como botón de la muestra.

Por su adulonería es que los españoles, cuando eran poderosos en Cuba, le piden al pintor salvadoreño Juan Francisco Wenceslao Cisneros Guerrero que pinte el cuadro “Jura del gobernador capitán general de Santo Domingo, don Pedro Santana” en el momento en que juraba por el cargo de teniente general del Ejército Español y gobernador y capitán general de la colonia española de la isla de Santo Domingo, cargo que ejerció hasta 1862. Se observa a Francisco Serrano y Domínguez, quien le está tomando juramento a Santana. Junto a ellos puede verse 40 invitados entre españoles y criollos. Entre ellos el exministro Francisco P. Ricart y Torres; el exministro de Justicia Jacinto de Castro; los generales Antonio Abad Alfau, Modesto Díaz, Eusebio Puello y Miguel de Labastida, Eugenio Gómez Molinero, encargado de negocios y vicecónsul de España en Santo Domingo; el brigadier Antonio Peláez de Campomanes, el brigadier Carlos de Vargas y Cerveto, segundo cabo de Puerto Rico, José Malo de Molina de Puerto Rico y el presbítero Fernando Arturo de Meriño quien fue presidente de 1880 a 1882 y experto en navegar en todas las aguas. Esta obra se encuentra en la colección del Museo del Prado de Madrid.

En la revista Mundo Militar aparece una reseña anunciando la muerte de este odioso personaje. El escrito recoge una selección de frases y supuestas manifestaciones de quien fuera la mayor expresión del entreguismo y que la gente, popularmente, llama “vende patria”. Dice la reseña en la sección “Panorama Universal”:

“…El General Santana ha muerto” y las correspondencias que por él llegaron, nos manifestaron el profundo sentimiento con que fue recibida en Santo Domingo la noticia que privaba a sus numerosos amigos de un fiel defensor, y a sus contrarios de un noble adversario.

No fue tampoco menor en la Península la sensación que produjo tan triste nueva, porque el general Santana, que con tan noble arrojo y desinterés peleó por la pacificación de una isla que deseaba ver floreciente y sumisa a la nación española, de que formaba parte desde su reincorporación a la monarquía española, fue el primero que escarmentó a los insurrectos, abriendo a los españoles esa lucha gloriosa que tanta prez e importancia da al ejército español y a la nación entera, que agradecida a los servicios prestados por tan insigne americano, le concedió la honra de que su nombre figure entre el de los hijos de la patria que se han sacrificado por España, y adornan el salón del Congreso de los diputados (…)

La muerte del teniente general Excmo. Sr. D. Pedro Santana, marqués de las Carreras, senador del reino y condecorado con las grandes cruces de Carlos lll e Isabel la Católica, sorprendió los ánimos en la capital de Santo Domingo el martes 14 de julio (…)

El general ya estaba privado de sentido, y entregado a un delirio intermitente. Los médicos aprobaron por unanimidad el diagnóstico del facultativo, aunque del reconocimiento que practicaron en el paciente, dedujeron que la muerte era inevitable.

Hasta las once de la mañana el desvarío del moribundo ofrecía una hilación bastante razonable, y su lengua emitía las palabras con claridad. Todos los que se hallaban presentes estaban vivamente conmovidos, oyendo en aquella hora suprema conceptos en que no cabía fingimiento ni disfraz, y que revelaban toda la lealtad y abnegación del ilustre dominicano.

“Díganles que se presente…que yo no tengo sino 180 hombres… que les ofrezco la vida, y los recomendarál al capitán general… que no crean a los vagabundos que dicen que los van a matar… Que la reina Isabel los perdonará, porque es muy buena, y repitió otra vez, la Reina es muy buena.” (…) Y a las seis de la tarde el cadáver quedó sepultado en la Fuerza, lugar que se consideró como el mas honorifico por el momento, a juicio de sus más adictos amigos (…)

El mando de las tropas que desempeñaba el malogrado expresidente de la República dominicana (sic) ha sido confiado al general D.Felipe Alfau, y por el correo anterior recibieron las últimas cartas que les dirige el marqués de las Carreras, los generales Lersundi y Serrano.

A pesar de este rimbombante “panegírico” del Mundo Militar, alabándolo y asegurando su continuidad de dominio en la República Dominicana, lo cierto es que su final no es tan claro como emite la nota de la revista española. En una breve historia dirigida a la juventud, Roberto Cassá termina de la siguiente manera:

“…Poco después de haber llegado a la ciudad, el 14 de junio de 1864, Santana falleció de repente. No se ha podido establecer la causa de su muerte pues, aunque tenía dolencias desde mucho tiempo antes, no parecía encontrarse en situación grave. Se han tejido diversas versiones, como que fue envenenado o que cometió suicidio. También se ha pensado que murió bajo el efecto de la humillación del anuncio que le hizo el general español Villar de que sería enviado preso hacia Cuba para ser posteriormente juzgado en España. A petición de sus familiares, fue enterrado en La Fuerza (hoy conocida como Fortaleza Ozama) por temor a que la tumba fuera profanada.”

Muchos historiadores piensan que Santana fue un mal necesario justificando su “protagonismo” contra los haitianos y que sin él no hubiese habido República, como si en el resto del continente la gente no tuvo el valor para echarlos. ¿No fue eso lo que hicieron los cubanos? No quedó absolutamente ningún país bajo el mando español y República Dominicana no iba a ser la excepción.

Santana pertenece a ese grupo de militares, en nuestra Historia, que la mancharon como aquellos que apoyaron las dictaduras de Trujillo y Balaguer.

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