Ambrosia Ercilia Pepín Estrella representa uno de los personajes de estudio más emblemáticos de la historiografía femenina dominicana del siglo XX. Sus variadas facetas ofrecen muchos ángulos desde los cuales se pueden apreciar los distintos roles que desempeñó a lo largo de su vida. Maestra, poetiza, filántropa, feminista, oradora, civilista, directora de escuela, escritora, combatiente pacifica, son tan solo algunas de las funciones desempeñadas y atributos que le adornan en el escenario políticosocial de la República Dominicana.

A Ercilia, en su línea de pensamiento, se la puede asociar a las corrientes ideológicas del momento; liberalismo, positivismo, nacionalismo, romanticismo y el Arielismo en conjunto a su activismo políticosocial. Para entenderla es recomendable acercarse a las producciones intelectuales que la asumen: .Apóstoles y cumbres, Juan Pablo Duarte y Eugenio María de Hostos; Diversas consideraciones relativas a la evolución intelectual y jurídica de la mujer dominicana durante los últimos cinco lustros. Feminismo; Mi homenaje a los Héroes y Mártires de la Barranquita de Mao en el día de su apoteosis; Discurso pronunciado en la Escuela Normal de Santiago el 16 de agosto de 1911 con motivo de investidura de varios Maestros y Maestras Normalistas; Patria y, por último, Febrero.

En cada estudio hay una dimensión de Ercilia Pepín que es justo analizar. En todo caso se muestra el espíritu patriótico y libertario que siempre fue su convicción que se ve matizado tras la convención de 1907, el nuevo préstamo y el caos político suscitado en el país entre los años 1911 y 1914 como resultado de gobiernos fallidos y pugnas caudillistas; y con la excusa de reestablecer el orden en el político-social, salvaguardar las vidas de estadounidenses y los intereses propios de este, el gobierno de Estado Unidos oficialmente intervino militarmente el 29 de noviembre de 1916 la República Dominicana, bajo la dirección Harry Shepard Knapp, vicealmirante de la Armada.

Ercilia Pepín y la intelectualidad de la época, a través de distintos medios, hicieron público su desacuerdo ante el nuevo gobierno de intervención. La convicción se extendió a poetas, médicos artistas, escritores y educadoras, como Abigail Mejía y algunos grupos guerrilleros de resistencia como los , erróneamente, llamados Gavilleros, mostraron su patriotismo en defensa de la soberanía nacional; las planas de los periódicos nacionales al igual que ciertas revistas de la época difundían estos sucesos.
En su obra La Resistencia en las Antillas tiene rostro de mujer publicada en el 2004, la ensayista Yolanda Ricardo coincide con la historiadora Carmen Durán, quien publicó en el 2010 un estudio sobre el rol histórico de la mujer, en donde afirman que la mujer había estado relegada a las labores de la maternidad, al ámbito doméstico y al de ser buena esposa, sacando del escenario su función de luchadora, insurgente, revolucionaria y ciudadana.

Este hecho en particular resulta interesante, en vista que todo el sistema de finales del siglo XIX no poseía una estructura organizativa por ley que permitiera la instrucción a estudios superiores de la mujer; tanto el hogar, la iglesia, así como el mismo sistema legislativo de la época, reafirmaba esas concepciones en cuanto a su condición de subordinación, destacando notablemente que su único fin era el estar sujeta al sistema de poder -padre, esposo- La creencia común de entonces era el ser considerada inferior al hombre, por lo que solo a través del matrimonio y la maternidad se le confería honor, gracia y respeto ante la sociedad.

La apertura para la instrucción formal de la mujer a niveles superiores se produjo con las concesiones dadas en el gobierno de Gregorio Luperón. Con la llegada al poder del líder restaurador se dio lugar a un nuevo capítulo para la educación científica de la mujer en el país, ya que previo a esto, solo ciertas familias de estratos acomodados se preocuparon por dotar de este conocimiento a sus miembros femeninos, en vista que no existían centros que se especializaran en la instrucción como tal, era más empírico, con excepción de Santiago, La Vega, el Seibo, Azua y Santo Domingo, en donde se impartía, a modo básico, las letras.
A pesar de la visión de las instituciones y los conservadores de la época, en el proceso de educación de la mujer, dentro de la República Dominicana, se entendía como una amenaza para la armonía familiar el hecho de que se educara a la mujer, por lo que la reforma educativa de Hostos no fue bien vista ni recibida por este sector.

En lo referente a la designación de puestos oficiales e ingresos de dinero a las familias, existía una tendencia mayor de nombramientos por parte del Estado al género masculino en comparación al femenino, al igual que se presentaban ciertas diferencias con relación al salario, situación que todavía hoy permanece. Constan casos registrados en documentos oficiales, actas de sesiones de trabajo de Barahona de la primera década del Siglo XX, en donde se registraron los pagos de salarios a empleados públicos y en las mismas se evidenciaron las desproporciones entre lo devengado por un hombre y lo obtenido por una mujer. En el Acta de Sesión de Barahona, 1905, referente a varias demarcaciones, se registra que a maestros se les pagaba diez pesos, en tanto que las maestras el equivalente a la cantidad de seis pesos.

En el marco del desarrollo de la Primera Intervención Estadounidense, 1916-1924, el contraalmirante y gobernador militar en Santo Domingo, Thomas Snowden, ordenó la disposición de la suma de setenta y cinco mil pesos oro para la realización del primer censo nacional en el país de forma oficial, ya que previo a esto solo se tenían algunas ideas remotas, que ofrecían las parroquias y ciertos intentos fallidos de los gobiernos anteriores, se encontró que a pesar de la gran apertura en cuanto a la formación científica de la mujer en el país, a raíz de las reformas educativas, no se habían tenido avances a grandes escalas, sino de forma primitiva. En los pocos centros secundarios existentes, se tenía una baja matrícula inscrita del sexo femenino en comparación al masculino, esto sin contar que solo un sector predominante ,el de la burguesía lograba siquiera formarse en otros escenarios.

La condición social de la mujer durante esta época seguía siendo muy restringida. Según los dos censos realizados en las primeras décadas del Siglo XX, más de un cincuenta por ciento de las ocupaciones lucrativas provenía del trabajo realizado por los hombres. No se contabilizó para dichos fines, ni a las madres ni a los menores de 15 años, los cuales, a pesar de no figurar en estos datos, vivían del trabajo personal que desempeñaban. Además, las casadas de una forma u otra aportaron en ciertos aspectos una cuota de los ingresos para el sostenimiento del hogar, aunque existen pocos documentos que lo registren, más allá de la tradición oral.

Las bases ideológicas que marcaron la primera mitad del Siglo XX en el país brindaron la razón de ser y orientaron las prácticas sociopolíticas de los diferentes grupos sociales compuestos, tanto por hombres como mujeres; integrantes de las élites intelectuales, líderes caudillistas, movimientos feministas y asociaciones, abrazaron una que otra corriente, o en su defecto, la fusión de varias como instrumento de movilización política, en donde no tan solo le sirvieron para el logro de sus respectivos propósitos, sino que también pusieron al descubierto sus debilidades fundamentales que cada línea acarreaba.

Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.

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