Durante la presidencia de Ulises Heureaux, el país fue invitado a la décima Exposición Universal —Exposition Universelle— que se celebró en París en 1889. Esta exposición no fue la primera que se celebraba en París pues en 1855, 1867 y 1878 se habían realizado otras. La diferencia es que en esta ocasión se conmemoraba el centenario de la Revolución Francesa y el gobierno francés quería lucirse como una gran potencia e invitar a la mayor cantidad de países.

La verdad es que la exposición fue polémica, por varios motivos, uno de ellos lo provocó su principal atractivo, la torre Eiffel, una estructura completamente de hierro, de 300 metros de altura, diseñada por el ingeniero francés Gustave Eiffel, que generó un fuerte rechazo por gran parte de la población debido a su diseño, su carácter vanguardista y poco ornamentado para el gusto de la época. Otro motivo de polémica fue el rechazo de varias monarquías europeas a participar en la exposición ya que no apoyaban la conmemoración de la Revolución Francesa ya que no apoyaban los principios revolucionarios de 1789. En cambio, las repúblicas americanas y otros países construidos en torno a esos principios se volcaron en su participación.

Los países que participaron oficialmente fueron: Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Estados Unidos, Grecia, Guatemala, Haití, Hawai, Honduras, Japón, Marruecos, México, Mónaco, Nicaragua, Noruega, Paraguay, Persia, Saint-Martín, el Salvador, Serbia, Siam, República sudafricana, Suiza, Uruguay, Andorra, Venezuela y los dominios británicos de El Cabo, Nueva Zelanda, Tasmania y Victoria. Los países que tenían monarquías y que participaron, aunque no oficialmente, fueron: Alemania, Austria-Hungría, Bélgica, España, Gran Bretaña, Italia, los Países-Bajos, Portugal, Rusia y Suecia. En total 16 países americanos participaron en esta exposición.

Para entonces el barón Emmanuel de Almeda era el enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de la República Dominicana en Francia, y en París estaban designados el señor Dupecty como cónsul general y Jules Hollande como vicecónsul. Además, el señor Almeda fue designado como presidente del comité de la exposición universal de 1889. En ese momento las relaciones entre Francia y la República Dominicana eran excelentes y recién se había modificado el tratado de amistad, comercio y navegación, firmado en 1848 con varias modificaciones en años posteriores.

El director general de las obras fue el ingeniero de Caminos y Puentes, Jean-Charles Adolphe Alphand, considerado el padre de los espacios verdes en París y uno de los colaboradores con el barón Haussmann, para el nuevo desarrollo de Paris. En 1886, Alphand fue nombrado director general de las obras de la Exposición Universal de 1889 y en este cargo supervisó la realización, con el paisajista Joseph Laforcade, los arquitectos Joseph Bouvard y Camille Formigé, de todos los jardines y edificios del parque de la exposición. Al poco tiempo se sumó a la dirección de las obras, con carácter de arquitecto consejero, Carlos Garnier, como ingeniero adjunto estaba Delions, las instalaciones de interiores estaba Sedille y como ingeniero en jefe, servicio mecánico y eléctrico estaba Vigreux.

De acuerdo con los informes de la época, las horas mas concurridas eran de 3 a 5 de la tarde, y en las noches después de las 6 de la tarde. Por las mañanas había pocos visitantes, la mayoría de ellos eran fabricantes, ingenieros, hombres de negocios y en menos cantidad público en general. A partir de las 6 de la tarde la entrada era mas cara, se pagaban dos tickets en vez de uno. En las noches había más actividades, fiestas, música, restaurantes y tiendas, entre otras. Además, todas las noches, todo el recinto estaba iluminado con lámparas de gas y la Torre Eiffel se iluminaba con 10,000 farolas de gas protegidas con globos opalinos. En el campanil de la torre había un faro que emitía una luz tricolor —azul, blanca y roja—.

El diario “Le Figaro” instaló una imprenta en la Torre Eiffel y todos los días imprimía in situ una edición especial de la jornada. La apertura y el cierre de la exposición se anunciaban a diario a golpe de cañón lanzado desde la cima de la torre Eiffel por el arcabucero de Paris, Chobert.

La Exposición Universal de París de 1889 se celebró del 6 de mayo al 31 de octubre en los jardines de Campo de Marte —Champ de Mars—, el Trocadero, la estación de Orsay, una parte del Sena, y la explanada de los Inválidos —Hôtel des Invalides—. La exposición ocupó unos 840,000 metros cuadrados, de los cuales 290,000 metros cuadrados estaban edificados y cubiertos. Fue visitada por 1,953,122 personas que se desplazaron de todas partes del mundo para admirar las hazañas industriales del momento, lo nuevo en las artes, los avances en la medicina, en fin, en todos los aspectos de la vida. Se calcula que unas 12,000 personas visitaban la exposición diariamente.

La exposición se organizó en torno a 9 grupos y 95 clases, los grupos son: obras de arte; educación, enseñanza y artes liberales; muebles y accesorio; tejidos y vestidos; industrias extractivas; herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas y electricidad; productos alimenticios; agricultura, viticultura y piscicultura y horticultura. Además, estaban el Palacio de Máquinas, Palacio de la Higiene, exposiciones de los muelles, pabellones de los “Nuevos Mundos” y las exposiciones coloniales en la explanada de los Inválidos, dividida en cuatro zonas —la árabe, la oceánica, la africana y la asiática—, que era toda ella un gran tableaux vivant fabricada meticulosamente por europeos. Además, se construyeron jardines, fuentes y el parque de Trocadero. Una atracción importante fue la reconstrucción etnográfica de un “pueblo negro” (village nègre).

En esta exposición fue muy importante la participación de expositores procedentes de América, en especial Americana Latina y el Caribe. De los 55,000 expositores que participaron, más de 5,000 fueron latinoamericanos y caribeños, o sea un 10%. De los 33,639 premios que se otorgaron en esa ocasión, los expositores latinoamericanos obtuvieron 3,872, divididos de la siguiente manera: 67 grandes premios, 392 medallas de oro, 1,041 medallas de plata, 1,162 medallas de bronce, 1,210 menciones honoríficas. La distribución de estos premios por país fue la siguiente: México 929; Argentina 689; Brasil 580; Guatemala 313; Chile 273; San Salvador 252; Uruguay 200; Venezuela 173; Nicaragua 143; República Dominicana 79; Bolivia 77, Ecuador 71, Paraguay 55, Colombia 13, Perú 9, Haití 8, Honduras 7 y Costa Rica 1.

Para la ocasión, la República Dominicana publicó un libro realizado por José Ramon Abad, titulado Reseña General Geográfico -Estadística de República Dominicana, para ser distribuido durante el evento y de esta manera dar a conocer el país. Los premios obtenidos por la República Dominicana fueron: 1 gran premio, 7 medallas de oro, 17 medallas de plata, 23 medallas de bronce y 31 menciones honoríficas. En los renglones que obtuvo premios fueron: educación, enseñanza y artes liberales 3; muebles y accesorio 1; tejidos y vestidos 4; industrias extractivas 35 y productos alimenticios 36.

La mayoría de los países latinoamericanos y caribeños se destacaron por sus productos nativos entre ellos las maderas, cacao, tabaco, añil, cochinilla, azúcar, vainilla, café y frutas tropicales entre otros. También las artesanías, la sal gema y algunos minerales.

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Las exposiciones universales, que nacieron en plena era victoriana con el objetivo de fomentar la industria y el comercio y conquistar los mercados, fueron eventos positivamente significativos para el desarrollo científico e industrial de los pueblos, en especial las nuevas repúblicas americanas que encontraron en ellas un espacio de intercambio donde poder mostrar sus productos e inventos, hacerse publicidad y un lugar donde mostrar su posición en el tablero internacional. Las exposiciones universales se convirtieron en los lugares privilegiados de la construcción de la modernidad y favorecieron el vínculo entre la ciencia y los imperios europeos. Definitivamente, la participación de 18 países latinoamericanos en la exposición parisina mostró al mundo los logros que cada país y la región iban teniendo.


Este artículo forma parte de las investigaciones realizadas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.

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