Excombatientes y documentos de la época reconstruyen el valor y los errores de la lucha antitrujillista; testimonio de quienes desafiaron a Trujillo y sobrevivieron para contarlo

Hace hoy 66 años, un grupo de combatientes desembarcó en Constanza, Maimón y Estero Hondo con la firme determinación de poner fin a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Fue el 14 de junio de 1959 cuando se escribió una de las páginas más valientes de la historia dominicana. Aunque la expedición fue derrotada militarmente, sembró una semilla de esperanza que encendió para siempre la llama de la resistencia contra la tiranía.

En esta entrega, Zona Retro rememora aquella gesta heroica y revive el momento en que, tres años después, el 14 de junio de 1962, se comenzó a hablar abiertamente del tema. Durante la dictadura, el silencio fue impuesto por el miedo y la represión; pero con el inicio de una nueva etapa democrática, la memoria de los héroes del 14 de junio empezó a ocupar el lugar que merecía en el corazón del pueblo dominicano.

Sobrevivientes que narran la historia

En una entrevista publicada por El Caribe el 14 de junio de 1962, dos sobrevivientes de la expedición, Mayobanex Vargas y Vargas y Poncio Pou Saleta, junto con las declaraciones de Juan Isidro Jimenes Grullón, uno de los ideólogos de la lucha, ofrecieron detalles hasta entonces desconocidos por la prensa y brindaron testimonios sobre la travesía por la selva, la persecución, las torturas y el sacrificio de sus compañeros. También hablaron del espíritu inquebrantable que los sostuvo durante aquella gesta histórica.

Vargas y Vargas, quien integró el equipo que aterrizó por Constanza la tarde del domingo 14 de junio de 1959, expresó que el mayor compromiso con los héroes caídos es continuar su lucha por la libertad. “Muchos de esos hombres murieron en las cárceles tras levantar sus voces contra la tiranía, inmolándose en nombre de la libertad y la dignidad nacional. Si lo hacemos así, habremos cumplido con la Patria y con la memoria de sus mejores hijos”, afirmó.

Según relató, formó parte del grupo de cinco voluntarios encargados de cubrir la retaguardia durante el desembarco. Varios días después, fue seleccionado por el comandante Delio Gómez Ochoa para dirigir la vanguardia del segundo frente guerrillero, confirmando su pertenencia al colectivo comandado por Gómez Ochoa.

Indicó que habían partido desde Cuba, donde se entrenaron en el campamento militar Mil Cumbres, en Pinar del Río. En su análisis del fracaso militar de la expedición, sostuvo que uno de los factores determinantes fue la falta de apoyo interno, “el campesino dominicano estaba ciego por una propaganda sistemática que durante años le había anonadado todo sentido de protesta y cuando nos vio llegar consideró que aramos extranjeros y no dominicanos, que veníamos a turbar la llamada paz de Trujillo”.

En ese mismo sentido, lamentó que muchos sectores políticos no se unieran al esfuerzo libertador: “Los politiqueros se dividieron cuando más se necesitaba unidad. La gesta heroica de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en su trastienda no estuvo exonerada de los apetitos, la improvisación, el divisionismo y de males que a la postre conspiraron contra el triunfo de esa empresa liberadora”.

Pese a todo, Vargas y Vargas afirmó que la expedición cumplió con su papel histórico: “Fracasó el intento militar, pero históricamente triunfamos. Una juventud de combate surgió como continuadora de nuestra lucha: me refiero al movimiento clandestino de ayer, hoy pujante Agrupación Política 14 de Junio”.

Sobre las vicisitudes vividas durante la incursión, el combatiente narró con crudeza: “Pasé todo lo malo que puede experimentar un ser humano: hambre, desesperación, incertidumbre, ver morir a los compañeros, los inolvidables bombardeos aéreos que nos exasperaban… era una vorágine. Pero por encima de todos esos obstáculos, lo más trascendental fue que en ningún momento decayó en nosotros el espíritu de lucha”.

Luego de su captura, fue trasladado a la base aérea de San Isidro, donde fue sometido a interrogatorios y torturas. En uno de esos encuentros, relató que fue cuestionado por Ramfis Trujillo, quien, al finalizar, le dijo: “Primera vez en mi vida que hablo con un cadáver”. A lo que Vargas respondió con firmeza: “Muchas gracias”.

Posteriormente, fue llevado a La Cuarenta, uno de los centros de tortura más temidos del régimen, y luego a la cárcel de La Victoria, donde pasó siete meses en solitario. Allí sufrió torturas mentales y físicas, con una alimentación precaria basada apenas en harina.

Tras el ajusticiamiento de Trujillo, recordó que Petán Trujillo intentó matarlo como “despedida”. “Los Trujillo, en su sadismo extremo, se caracterizaban por despedirse criminalmente. Ahí está el ejemplo de los heroicos hombres del 30 de mayo”, expresó.

Finalmente, consideró que fue la opinión pública internacional la que salvó su vida y la de los demás sobrevivientes de la expedición.

Designan avenida de Los Mártires

Tres años después del desembarco, el 14 de junio de 1962, el país comenzó a rendir homenaje a los mártires de junio. En uno de los recortes investigados para realizar este trabajo, conservados en el archivo histórico de este diario, OGM, Central de Datos, reseña que el Ayuntamiento del Distrito Nacional develó una tarja de bronce como un tributo permanente a los caídos, y designó una importante vía de la ciudad capital con el nombre Avenida de los Mártires, antigua Cuarenta, ubicada en el sector de Cristo Rey donde estuvo instalada una de las peores casas de tortura del trujillato.

El acto contó con la presencia de varias personalidades, entre ellos, Salvador Sturla, síndico; Julio Postigo, vicepresidente del cabildo y los regidores, Robinson Ruiz López, Manuel Fernández Mármol, Frank Perdomo Vidal y Eradio Paniagua. También asistieron, familiares de los mártires.

En la próxima semana, si Dios lo permite seguiremos con los demás testimonios.
Continuará…

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