Lo que pudo haber sido una lucha privada, se transformó en una cruzada nacional cuando fundó en 1963 la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR)

La Zona Retro de esta semana rinde homenaje a esta filántropa dominicana, quien partió de este mundo el 8 de mayo de 2025, a los 98 años de edad, en coincidencia con el mes en que en República Dominicana se celebra a las madres.

La historia de Mary Pérez viuda de Marranzini no se cuenta solo con fechas o cargos, sino con huellas imborrables en la vida de miles de dominicanos. Fundadora de la ADR, pionera del trabajo social en el país y símbolo de entrega incansable, su legado es testimonio de una vida dedicada a servir.

De madre a fundadora

Todo comenzó en los años 50, cuando su hijo fue diagnosticado con poliomielitis. En una época sin recursos suficientes en el país para atender esta enfermedad, Mary Pérez de Marranzini decidió actuar.
“Lo que hice por mi hijo no podía quedarse solo en casa. Había tantos niños como él, sin ayuda”, diría años después.

El 3 de abril de 1963 fundó la Asociación Pro-Rehabilitación de los Lisiados, hoy conocida como la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR). Su misión: brindar servicios integrales a personas con discapacidades físicas y cognitivas.

Bajo su liderazgo, la ADR se convirtió en un referente nacional e internacional, y ella dedicó más de seis décadas a esta causa. Transformó el dolor en esperanza y las limitaciones en oportunidades.

Historia de un centro que cambió vidas

La ADR comenzó en un pequeño local anexo al Subcentro Sanitario de la avenida Duarte, en Santo Domingo. Desde entonces, creció hasta convertirse en una red con más de 30 filiales en todo el país.

Años más tarde, fue inaugurado el 29 de enero de 1967 el edifico que hasta hoy alberga a la ADR.

En sus inicios, entre octubre de 1963 y enero de 1967, ya había tratado 30 casos de polio agudo y 613 de otros tipos de esta enfermedad, así como a 1,465 niños con parálisis cerebral y otros defectos congénitos.

Una vida de servicio y reconocimientos

Mary Pérez de Marranzini recibió en vida numerosas distinciones por su loable labor, tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, para ella, la mayor recompensa era ver el progreso de cada paciente.

No buscó protagonismo. Su verdadera satisfacción estaba en el servicio, en cada niño que volvía a caminar, en cada adulto que recuperaba su independencia.

Entre los reconocimientos que recibió figuran, Mujer de Mérito (1967): distinción otorgada por el Consejo Nacional de Mujeres de América por su labor filantrópica y su rol en la fundación del centro de rehabilitación.

Así también, el Premio APEC de Filantropía “Heriberto Pieter” (1985): otorgado por la Acción Pro-Educación y Cultura, reconociendo su labor altruista y servicio social. En un acto realizado en el Teatro Nacional y presidido por Donald J. Reid Cabral.

Fue reconocida además, por el Club Rotario de Santo Domingo Colonial por su ejemplo de vida, dedicación familiar y compromiso con causas nobles, como Madre del Año en 1985.

También, fue galardonada con la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, y declarada “Madre Ejemplar de la Patria”.

Rafael del Toro hace entrega de cheque de RD$ 5, 000.00 pesos a doña Mary Pérez de Marranzini , presidenta de la ADR.

Un legado que trasciende generaciones

Durante su trayectoria, instituciones y medios de comunicación como El Caribe y Listín Diario destacaron su compromiso con los más necesitados y su liderazgo en el desarrollo del primer centro de rehabilitación para personas con discapacidad en el país.

APEC, además del premio, le organizó un acto especial donde se resaltaron sus virtudes de modestia y abnegación.

Despedida con gratitud

La noticia de su fallecimiento generó una oleada de reacciones en todo el país. En la sede principal de la ADR, se realizó un homenaje en su memoria, donde empleados, voluntarios y pacientes encendieron velas en señal de gratitud y respeto.

Mary Pérez de Marranzini le coloca un alfiler a Olaf Hansen, profesor y director del curso de Prótesis y Órtesis, en reconocimiento a la labor desarrollada por él.

Una vida que sembró futuro

Mary Pérez viuda de Marranzini no solo fundó una institución, sembró esperanza. Su legado sigue vivo en cada terapia, cada logro y cada sonrisa que florece en los pasillos de la ADR. Su vida fue un acto de amor continuo hacia los demás, y su historia, un ejemplo de que el dolor, cuando se enfrenta con amor, puede transformarse en luz para muchos.

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