Un gato de seis años llamado Quarky que vive en Demmin, en el nordeste de Alemania, no podrá concurrir a la alcaldía de la ciudad en los comicios el próximo 25 de abril, tal y como se proponía su dueño y representante formal, Torsten Lohr, que presentó toda la documentación necesaria en nombre de su mascota.

De hecho, la ‘carrera política’ de Quarky ha terminado antes de empezar. El alcalde en funciones de Demmin, Michael Koch, explicó a la agencia alemana DPA que existen ciertos requisitos que cada candidato debe cumplir, entre ellos, una firma personal y la necesidad de tener al menos 18 años.

El dueño del felino, sin embargo, discrepa y recalca que a sus seis años Quarky es todo un adulto y tiene mucho potencial como político. Tras el revés, Lohr prometió demandar a las autoridades electorales si no aprueban la solicitud de su gato para postularse a la alcaldía, al tiempo que explicó que, como alcalde, Quarky quiere defender el bienestar de los animales y limitar el tráfico de coches en la ciudad, porque no le gustan.

Lohr argumenta que la solicitud de su gato ya ha atraído la atención de la ciudadanía, provocando un debate, que es, precisamente, lo que estaba buscando: agitar el ambiente en la ciudad e incitar a sus residentes a pensar y a opinar en medio del clima de falta de participación política que ‘gobierna’ Demmin.

Los especialistas en derecho opinan, no obstante, que Quarky no podrá nunca concurrir a la alcaldía, porque la legislación electoral exige que tenga la ciudadanía alemana, algo de lo que están excluidos los animales. De todas formas, si bien las probabilidades de que Quarky sea alcalde de Demmin son nulas, nada le ha impedido convertirse ya en el ‘burgomaestre’ de los corazones de sus vecinos.

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