Si visitas Brujas, en Bélgica, haz un ¡párate ahí! en el Beguinario para que te sumerjas en su historia

El Beguinario no estaba dentro de la lista de sitios que teníamos para ver en Brujas, Bélgica. El lugar nos lo propondría nuestra amiga María Isabel, de seguro convencida de que, tanto la historia como el espacio, nos encantaría.

Las beguinas eran aquellas mujeres beatas dedicadas a la vida espiritual, modesta y consagrada. El lugar que las acogía era llamado beguinario, y el de Brujas se destaca porque allí vivieron mujeres que revolucionaron todo lo que hasta ese momento habían vivido.

Para el siglo XVIII, cuando los hombres iban a la guerra y muchos caían víctimas de ella, las esposas quedaban solas, algunas con dinero e hijos, otras solo con hijos. Estas mujeres tocaban la puerta de la Iglesia Católica solicitando albergue. A las que tenían hijos se les respondía que podían acogerlas, pero sin su prole; a las que tenían dinero, las aceptaban con sus hijos, pero a cambio debían dar su fortuna a la Iglesia con la promesa de distribuirlo entre los más necesitados.

Fue el momento en que estas mujeres, ricas y pobres, se juntaron y dialogaron sobre su situación. Convinieron que no necesitaban de ningún hombre ni de la “santa” Iglesia Católica para salir adelante con su desamparo. Fue el beguinario de Brujas el lugar escogido por ellas para vivir su viudez y soledad, pese a lo mal visto que estaba aquel momento en plena Edad Media.
Luego, también entrarían mujeres solteras, a quienes igual que a las demás, llamarían locas, prostitutas y, obvio, brujas.

Allí podían entrar y salir cuando quisieran, podían ejercer algún oficio, como enfermeras o dependientas en el mercado del Grote Markt (Plaza Mayor) o podían volver a casarse si así lo querían, aunque de hacerlo tenían que salir del beguinario, donde no se aceptaban hombres. Indiscutiblemente el beguinario fue un espacio de libertad para ellas, quienes no querían ser monjas o laicas consagradas.

Si visitas Brujas, en Bélgica, no dejes de hacer un ¡párate ahí! en el Beguinario, pasear sus amplios jardines, sumergirte en su historia y dejarte llevar por la fuerza de aquellas mujeres que, como fantasmas, siguen allí, reclamando su libertad a decidir a estar solas y a producir su sustento.

Beguinarios considerados Patrimonio Mundial de la Humanidad
En 1998, los beguinarios fueron inscritos como Patrimonio Mundial de la Humanidad, en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Son 13 beguinarios de la región de Flandes en Bélgica que “dan un testimonio extraordinario de la tradición cultural de las beguinas que se desarrolló en el noroeste de Europa en la Edad Media”, según la página oficial de la UNESCO.

Uno de los tres criterios que fueron tomados en cuenta por la UNESCO es que son un testimonio de la tradición cultural de las religiosas independientes de la época y que constituyen un ejemplo destacado del conjunto arquitectónico del movimiento religioso, asociando así valores seculares con conventuales.

Estos espacios aún hoy dan testimonios de su función original, identificando en ellos su estado de conservación, donde encuentras paz y silencio.

Tradición
Los beguinarios dan un testimonio extraordinario de la tradición cultural de las beguinas que se desarrolló en el noroeste de Europa en la Edad Media.

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