Juan Esteban y su sobrino Alfredo trabajan juntos en un ambiente sano, familiar y agradable en la Zona Colonial

Vivo eternamente enamorada de la Zona Colonial y cada vez que puedo recorro sus muros históricos para apreciar la grandeza de lo que allí se vive y se respira. Entre caminata y caminata descubro lugares donde encuentro y valoro a su gente.

De paseo por la recién remodelada calle Las Damas, donde se ubica la Fortaleza Ozama, al finalizar su calle y al doblar te encuentras con la Plaza Pellerano Castro o mejor conocida como el parque Rosado, un lugar que se caracteriza por tener bancas para sentarse, árboles frondosos y antiguos y donde se observa un gran movimiento de personas.

Pasaría un día entero describiendo lo que veo: niños que juegan mientras sus familiares disfrutan de un momento de relajación, amigos reunidos que conversan y ríen, perros que pasean con sus dueños, visitantes de todas las nacionalidades que posan para la mejor foto, en fin, todo un deleite para la vista.

En medio de todo esto, justo en la esquina de la calle Isabel Católica, hay varios familiares que trabajan en el colmado Omar I, y dan servicio a todos aquellos que frecuentan el área. En una reciente ocasión que pasé por allí, hablé con Juan Esteban Arias, administrador del lugar, le pregunté cómo era su rutina y me dijo, entre sonrisas: “En este colmado se vive algo maravilloso porque vemos a las familias. Los padres vienen con los niños, que suelen jugar en el parque mientras son observados, mientras que los adultos pueden conversar y distraerse”.

La cotidianidad de este administrador transcurre entre las ocho de la mañana hasta la medianoche todos los días de la semana… Sí, de lunes a domingo. Las horas matutinas de este equipo de trabajo, en el que también labora un sobrino, Alfredo Polanco, transcurren entre la venta de pan, chocolate, café, salami, huevos, jugos y empanadas.

En la tarde, llegadas las tres, se encienden los motores y las noches son movidas, siempre hay quien acude en busca de sus bebidas para adultos favoritas. Según Juan, el público que asiste es variado, principalmente de la zona; acuden a este lugar porque se sienten seguros, sobre todo porque observan que hay movimiento continuo de la Policía Nacional y de la Policía de Turismo (Politur), lo que le brinda al visitante una sensación de seguridad.

Hay una conjugación entre el amor por lo que se hace, el trabajo en equipo y la fraternidad. Acerca de este tema, Juan Esteban, con 9 años trabajando en el lugar, dice: “Lo que más disfruto de mi trabajo es el ambiente, mi público es muy decente y me trata muy bien. Igual tengo siempre la intención de brindarles un buen servicio. La verdad es que la gente que viene aquí cuando visita por primera vez se muda con nosotros”.

Una vivencia diferente en la Zona Colonial

Al investigar acerca del sitio, encontré 83 reseñas en internet que le otorgan al colmado una puntuación de 4.5 estrellas. En sentido general, los usuarios dicen que es un “lugar tranquilo”, “que sus dueños y empleados ofrecen un trato agradable” y “que siempre hay policía turística”.

Para finalizar, Alfredo me dice: “Soy muy social y la verdad es que me siento muy bien de trabajar aquí. Me gusta atender a los demás y, aunque tengo días estresantes, disfruto de mis compañeros de trabajo, de ver a las parejas, amigos y extranjeros… Agradecemos a todos los que vienen”. Entonces lectores, cuando pasen por la Zona, tienen otra opción, familiar y muy dominicana, por el concepto del colmadón, para que la aprecien y puedan tener sus propias vivencias.

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