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El 10 de marzo, el Palacio de Kensington difundió una fotografía de Kate Middleton, Princesa de Gales, celebrando el Día de la Madre con sus tres hijos. Al día siguiente, tras descubrir que había sido editada, cinco agencias fotográficas retiraron la foto de sus cables. El pelo, la manga y la falda de la princesa Charlotte parecían haber sido retocados.

La Princesa de Gales se disculpó por los cambios, que dice haber hecho ella misma, calificándolos de experimento de un fotógrafo aficionado. No hay indicios de que pretendieran engañar al público.

En una época en la que las herramientas de inteligencia artificial (IA) pueden utilizarse para distorsionar o generar imágenes, este tipo de cambios están siendo más vigilados que nunca. En las últimas semanas se han alterado imágenes de Taylor Swift en un partido de fútbol americano para sugerir, falsamente, que blandía pancartas a favor de Trump.

Imágenes fabricadas por IA parecían mostrar al ex presidente con estadounidenses negros, un grupo al que intenta cortejar. Tales falsedades son claramente inaceptables. ¿Cuándo es válido el retoque fotográfico y cuándo va demasiado lejos?

Incluso una fotografía sin retocar es selectiva: el fotógrafo controla la composición. Pero eso no suele ser todo: casi todas las fotografías de los periódicos y los medios digitales han sido sutilmente ajustadas. Los usuarios de las redes sociales suelen hacer cambios mayores. Los teléfonos inteligentes con programas de edición sencillos y gratuitos han democratizado el proceso.

En primer lugar está el recorte. Una fotografía tiene normalmente una proporción fija determinada por la cámara. Pero esa forma puede alterarse al reproducirla. Al recortar una fotografía se puede perder un contexto importante, deliberada o inadvertidamente.

Luego está el retoque, que incluye una variedad de técnicas. Durante décadas, los periódicos han retocado las imágenes para que su reproducción fuera fiel a la realidad. Estos cambios tienen en cuenta las variaciones del papel y la tinta o las exigencias de las pantallas. Los retocadores de fotografías en blanco y negro utilizaban un pincel fino y pintura blanca para añadir, por ejemplo, reflejos a los ojos o contraste a la línea de un pantalón.

Hoy en día los ordenadores hacen posible casi cualquier cosa. Se puede eliminar de una imagen una marca causada por un pelo en el objetivo o una mota de polvo en la cámara. Se puede ajustar la sobreexposición, que desvanece el motivo, o un tono extraño.

Esto a veces puede dar lugar a críticas espurias. En 2011, Hir TV, un canal húngaro, acusó a The Economist de retratar desfavorablemente a Viktor Orban, primer ministro del país, después de que publicáramos una fotografía suya recortada para ajustarla al ancho de nuestras columnas impresas y editada para eliminar un tinte amarillo.

A menudo se critica a las organizaciones de noticias. En 2010, tras el vertido de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon, The Economist publicó una portada en la que aparecía el Presidente Barack Obama mirando hacia el Golfo de México. La foto original mostraba a dos funcionarios junto a él: uno fue recortado y la imagen se editó para eliminar al otro. El eslogan – “El daño más allá del vertido”- y la imagen alterada presentaban a Obama como una figura solitaria, sin dejar claro que la imagen había sido cambiada para aclarar algo.

Las agencias fotográficas, a las que recurren la mayoría de las organizaciones de noticias para obtener imágenes verificadas, tienen normas estrictas sobre los cambios que hacen a las fotos que aparecen en sus cables. (También exigen a sus clientes que pidan su permiso y, en algunos casos, el permiso del sujeto antes de hacer cambios serios en la foto). 

Las agencias no publican fotos que hayan sido alteradas materialmente con programas de edición de imágenes. Prohíben añadir o suprimir elementos, como la eliminación de una persona. El recorte está permitido, siempre que no elimine un contexto importante. La mayoría permite aclarar u oscurecer sutilmente para mejorar el equilibrio tonal de una imagen, pero todo lo que oculte un elemento del sujeto está prohibido. Los ajustes de color sencillos, para crear una imagen natural, suelen estar bien, pero manipular los colores -por ejemplo, azulando un cielo gris- no lo está. Algunas agencias editan las fotografías para eliminar los “ojos rojos” causados por el flash; otras no.

Las agencias de fotografía abastecen a diversas industrias, todas ellas con normas diferentes. Las revistas de moda están llenas de imágenes editadas. Se difuminan los poros, se eliminan las manchas y se estilizan los cuerpos. Los sitios de comercio electrónico suelen eliminar los fondos en las fotos de productos para que el posible comprador tenga una mejor visión. Las imágenes que muestran las noticias se someten a un estándar diferente. Dada la creciente capacidad de los internautas para crear imágenes falsas, cada vez son más importantes unas normas rigurosas para las fotografías auténticas.

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