Muchos dominicanos suelen llamar al país “Santo Domingo” y no por su nombre correcto, República Dominicana.

Hace años que viene llamando mi atención el que, tanto los dominicanos que viven fuera como los que viven en el territorio nacional, llamen al país por “Santo Domingo” y no por su nombre correcto, República Dominicana.

Igual, hace años que estoy siendo insistente, incluso pesada, con el tema de que “no llamemos a la República por el nombre de su ciudad capital”, porque envía al mundo un mensaje confuso y de absoluto desconocimiento de quienes realmente somos.

En una entrevista, el historiador y docente, Raymundo González, resaltó que el nombre de Santo Domingo y el derivado, República Dominicana, fue dado a la villa de Santo Domingo por Bartolomé Colón en 1498. “Le puso así en honor a su padre Doménico y al santo del mismo nombre, quien era muy conocido en Italia… por una coincidencia que recuerdan los cronistas Las Casas y Oviedo: porque había llegado al lugar donde se construiría la villa “en domingo, día de santo Domingo”. Por la fecha del 5 de agosto se saca en claro que no podía ser otro santo que Santo Domingo de Caleruega o Santo Domingo de Guzmán, como se le conoce comúnmente, pues de ninguno de los demás santos homónimos anteriores al año 1498 se celebra o celebraba su fiesta en esa fecha”.

Si bien ambos nombres, República Dominicana y Santo Domingo, tienen la misma génesis, se hace necesario diferenciar uno del otro, a fin de que no se crea que son dos países distintos, con características iguales.

En adición a lo anterior, entiendo que llamar de forma correcta a tu patria de origen, demuestra un alto conocimiento sobre ella y un sentimiento de pertenencia propio de esa identidad nacional que nos caracteriza.

¿Y si sólo la llamamos Dominicana?

Soy de opinión que, si debemos referirnos al país y no queremos llamarla por su nombre completo, por ser muy largo, podemos decirle sencillamente Dominicana.

He externado esta idea a modo de propuesta en varios espacios. Algunas personas han argüido que podrían confundirnos con la isla Dominica. Si así fuera, nos daría la oportunidad de aclarar que son dos países distintos, colaborando a que ambas naciones sean conocidas y diferenciadas, porque si bien el nombre es parecido, no son iguales. Supongo que lo mismo habrá pasado con Suecia y Suiza, Irán e Irak o Irlanda e Islandia.

Otros alegan que no debemos acortar “el hermoso nombre que tiene nuestro país”. A esos les recuerdo que muchos son los países que llevan República delante y, por economía del lenguaje, se las menciona por su nombre diferenciador, tal es el caso de Colombia, Venezuela, Haití, Argentina, Corea, El Congo, entre otras.

En mayo de 2021, la joven Isabella Fernández, ganó el concurso Una República Llena de Talento, organizado por una Comisión Multisectorial de Marca País. La propuesta ganadora lleva por título Brazos Abiertos y consiste en la D y la O de Dominicana; de la vocal se desprenden unos coloridos pétalos que, a decir de su creadora, son el símbolo de lo que tenemos para ofrecer como país: turismo, exportación, inversión, ciudadanía y cultura.

¿Este DO que exhibe el más reciente logotipo del país podría ser el inicio del posicionamiento del nombre como Dominicana? ¡Ojalá! Ojalá nos convirtamos en abanderados de llamar nuestra nación por su nombre correcto, aunque acortado, demostrando así conocimiento, apropiación e identidad nacional.

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