Ser agradecidos

Con frecuencia nos quejamos porque las cosas no son como queremos, por no poder estar en el lugar que quisiéramos estar, porque no tenemos todas las cosas que nos gustan. Por más lecciones que constantemente nos da la vida, no acabamos…

Con frecuencia nos quejamos porque las cosas no son como queremos, por no poder estar en el lugar que quisiéramos estar, porque no tenemos todas las cosas que nos gustan.

Por más lecciones que constantemente nos da la vida, no acabamos de entender cuáles son las cosas que realmente tienen valor. No nos detenemos a pensar lo inmensamente afortunados que somos por el solo hecho de vivir, de amar y ser amados.

Somos afortunados por tener salud, una familia, empleo, compañeros, algunos amigos. Nos lamentamos porque una mañana fría, cuando lo que más deseamos en el mundo es estar acurrucados en la cama, tenemos que levantarnos, tomar un baño y salir a trabajar.

Es imposible que en ese momento pensemos en aquella persona que lleva meses desempleada y que ha desgastado las suelas de sus zapatos en busca de un empleo, en el cual “hará lo que sea” por cumplir, aunque quizás, lo que llegue a ganar no le alcance ni para cubrir sus necesidades básicas.

Nos molestamos más de lo debido, cuando notamos una mancha en alguna prenda de vestir. Reaccionamos como si esa fuera la única que tenemos, magnificamos el hecho, al punto que nos arruina el día.

De seguro que en ese momento, no nos pasan por la cabeza, aquellos que no tienen más que un vestido. No nos imaginamos si quiera, que algunas personas cuentan con una sola “ropa de salir” y en sus casas se la pasan envueltos en trapos.

Pocos están conformes con su apariencia física y hacen grandes inversiones en realizarse algunos cambios. No están felices con su pelo, unos odian sus rizos y otros desearían no tenerlo tan lacio. De seguro para aquellos a quienes el cáncer les ha hecho perder el suyo, apreciarían verlo volver a crecer, les dará lo mismo si es lacio o crespo.

No se trata de ser conformistas, se trata de ser agradecidos con lo que tenemos, muchas veces tratamos de mejorar nuestras condiciones de vida, lucir bien, estar bien vestidos, bien arreglados, proporcionarnos ciertas comodidades y nos olvidamos de fortalecer y mejorar nuestro ser.

Le damos importancia a la parte física y nos olvidamos de cultivar nuestro espíritu, de corregir malas conductas y actitudes. No nos preocupamos por ser mejores personas, por perdonar y aceptar a los otros como son. Nos olvidamos de lo que realmente importa y con ello, hacemos más difícil el camino a la felicidad. l

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