El mercado negro ha sido desde siempre un comodín. Esos revendedores “padres de familia” que no saben lo que es pagar impuestos -ni falta que les hace-, son los “conchistas” de las boletas en el mundo del espectáculo. Tanto que ya disque existe una Asociación de Revendedores de Mercado Negro. En ese ámbito no siempre son válidas las leyes de la física ni de la economía de mercado. Sino la de los timbales.
El fenómeno es mundial. En 2020, se realizaron a través de la plataforma Hydra Market ventas por un valor de 1.230 millones de euros, lo que la convierte en el “mercado ilegal con el volumen de negocios más elevado del mundo”, dicen fuentes enteradas.

Si el fin se semana desde el punto de vista estético y ético ocurrió la coronación de la banalidad, la superficialidad, lo kistch, y la consagración de las drogas, la violencia, las malas palabras y la desidia, como cosa normal no solo en el resto del mundo sino en la muy cristiana República Dominicana; lo ocurrido en cuanto a las boletas, resume un fenómeno de ilegalidad contra la cual todos han mirado a otra parte históricamente.

Hay un viejo adagio: cada cual hace con su trasero el tambor que le dé la gana. Así, como la picardía es un viejo mal -llegado al Caribe con los andaluces que sacó Colón de las prisiones y trajo consigo en aquella aventura-, los pícaros de hoy no son solamente los que quieren tomar la delantera en el tapón, o dar la mala vendiendo boletas falsas, sino también los que las compran, creyendo que consiguen lo que quieren cómodamente, sabiendo bien que existe una boletería oficial online. Y, obviamente, también son pícaros aquellos que desde la misma plataforma oficial probablemente hayan duplicado boletas para ganar dinero mal habido.

Pero ¿acaso alguien que no sea rico -legal o ilegalmente- puede comprar boletas a tan altos precios? Crear la falsa sensación de que es imprescindible “estar in” para ser persona, es parte de lo que promueve el sálvese quien pueda y el bandidismo, donde el mercado negro es solo la punta del iceberg. Y un motivo para reflexionar.

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