Los dominicanos tenemos que aprender, algún día, cómo elegir a un buen congresista, porque no nos queda de otra, hasta que aflore la brillante idea de disolver por completo ese poder del Estado que no hace más que consumir lo que con tanto esfuerzo pagamos los contribuyentes.

Cada vez que veo a un “honorable” presentar un proyecto sin pie ni cabeza me dan ganas de llorar y a veces hasta vergüenza ajena siento, porque no es posible que muchos de estos legisladores continúen haciendo el ridículo sometiendo proyectos que nada aportan a la sociedad y que están fuera de nuestra órbita.

Lo más reciente que escuché fue el supuesto proyecto para crear un ministerio del hombre, no sé con qué finalidad, y no es que quiera minimizar a los hombres, pero esto es realmente descabellado. Desde que el presidente Luis Abinader asumió el poder en 2020, una de las propuestas que caló en aceptación fue la eliminación o fusión de algunos ministerios y direcciones por entender que ya habían cumplido con su misión o simplemente no aportan gran cosa al Estado.

Se propuso crear un ministerio de la familia que agrupe a la mujer, al hombre, a la juventud, niños y todo lo que converge en el núcleo familiar, como ocurre en la mayoría de los países del mundo.

Entonces, me preguntó: ¿y es que estas personas no leen o conocen la verdadera realidad que vivimos los dominicanos?

Hay un montón de cosas que se pueden mejorar en favor de la colectividad desde el Congreso, pero no. Es muy fácil pararse y presentar cualquier disparate a dar la cara en aspectos que sí nos afectan a todos.

Ahí está la ley 87-01, la cual debe ser revisada y adaptada a los intereses de la colectividad. Señores, conozco personas que han muerto esperando el dinero que ahorraron en una AFP, mientras otros se comen un cable y tampoco les entregan los chelitos de sus ahorros. Entonces, por qué no se plantean y hacen propuestas contundentes en ese sentido.

Temas educativos, de salud, ambientales y viales que sí nos importan y que están a la vista, pero no lo quieren enfrentar. Da mucha pena ver que la mayoría de los congresistas solo piensan en continuar dividiendo este pedacito de tierra, creando nuevos territorios para convertirlos en parcelas políticas y en hacer fiesta con el dinero ajeno.

Pónganse para lo que fueron elegidos. Elaboren y aprueben leyes que promuevan el desarrollo, no pierdan su tiempo en proyectos sin sentido. Y que lo hagan no para ganar likes o popularidad o hacer un show mediático como ha ocurrido, no. Que lo hagan con carácter y seriedad.

Necesitamos gente que nos aporte como sociedad, que nos defienda y que elabore proyectos que vayan de la mano con el desarrollo de los pueblos que representan.

Lamentablemente, el Congreso se ha comportado como un “centro de negocios” donde se habla de barrilito, maletín y cofrecito. Ha sido siempre el lugar favorito de los partidos para obtener curules a como dé lugar para maniobrar electores y saciar apetencias.

Entonces, así no. Vamos a ser más serios y a mirar más allá. Es tiempo de abrir los ojos ante tantos políticos insulsos.

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