Nota: Sigo enfermo tras sufrir una dura caída mientras realizaba mis ejercicios matinales. Tengo el hombro izquierdo fracturado, pero no freno mis artículos. ¡Porque el periodista es un trabajador sin espacios de pausa!
Hay que insistir sobre el siguiente nodal aspecto y continuar profundizando en lo que concierne a la historia política dominicana reciente.
Me refiero a los hechos (tangibles) que no pueden ser ignorados por la historia que el pueblo dominicano vivió en “carne viva”, sufrimiento sumado a las barbaridades y el acentuado salvajismo balaguerista.
Subrayar que nuestro país, durante los nunca olvidados terribles 12 años, también fue atacado por una angustiosa realidad que dejaba bien claro un Estado fallido.
Balaguer dirigió -y lo recalco- con manos de acero a República Dominicana cuyo pueblo fue literalmente devastado por la dictadura de Trujillo Molina de la que el líder del PRSC, como se precisa en anteriores entregas, fue un alto beneficiario del poder que da el Estado.
De manera absolutista, encabezó un sangriento régimen que abarcó tres largos y angustiosos períodos (lapso de 1966-1978) en el que no les dio tregua a quienes luchaban por una auténtica democracia tras el derrocamiento, el 25 de septiembre de 1963, del gobierno constitucional y progresista de Juan Bosch.
Ningún representante del balaguerismo resistiría en un debate público y escuchar el testimonio histórico que norma la verdad del endemoniado gobierno liderado por “El déspota criollo del siglo XX”.
Asimismo, como lo ha citado en innúmeras ocasiones la prensa nacional, uno de los crímenes de Estado que marcaron al régimen de Balague (un asesinato que no olvida la sociedad) se registró el 17 de marzo de 1975…fue la terrible muerte del estelar periodista Orlando Martínez.
Insistir -a propósito del cruel crimen que produjo consternación en todos los segmentos de la población- en el cinismo del viejo caudillo que lo insertó en su obra Memorias de un Cortesano.
Se refirió a la famosa “página en blanco”. Textualmente escribió: “Esta página se inserta en blanco. Durante muchos años permanecerá muda, pero un día hablará”.
A casi cincuenta años de la advertencia de Balaguer la tan cacareada “página en blanco” (la 295) todavía sigue en silueta, lo que evidencia, a veinte años de su desaparición física, el cinismo que lo caracterizó en su vida política.
El viejo caudillo, además de dirigir un gobierno terrorista y violador de los derechos humanos, sin nunca respetar las normas democráticas; también fue un mitómano.
Balaguer se creía sus propias mentiras que con asiduidad se las decía a los periodistas cuando éstos eran convocados a una conferencia de prensa.
Continuará…