Poseer la flexibilidad para manejar cualquier situación que la vida traiga, física, mental o emocional y tras esto, recuperarnos rápido. Eso es ser resiliente.

Patrick Dolan, profesor de sociología de la Universidad Nacional de Irlanda, aporta interesantes matizaciones sobre esa capacidad de reponerse de reveses dolorosos y vivir con alegría y determinación. No es lo mismo sobrellevar las penas que ser resiliente.

“Lo primero lo hacemos todos los días. La resiliencia es ir un paso más allá”, dice. Según estudios recientes, los resilientes tienden a no perder la esperanza y a ser más optimistas, pero los beneficios no terminan ahí.

Tal capacidad ayuda a disminuir el dolor, acelerar la convalecencia tras una lesión y reducir riesgo de infarto o depresión.

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