Cinco días después, se sigue hablando del Sermón de las Siete Palabras, de lo duros y curveros, cual lanzadores de beisbol intransitables, que estuvieron los sacerdotes que lo pronunciaron. A todas luces fue una crítica ríspida y profunda a estamentos de la sociedad a la que no escaparon el sistema de justicia, las autoridades y el Gobierno. Por el alto grado de dureza algunos analistas llegaron a especular si habría un problema desconocido, pero de relevancia, entre la Iglesia católica y el Ejecutivo. Sin embargo, otros descartaron eso porque, señalaron, la Iglesia católica fija posiciones solo a través de la Conferencia del Episcopado y por medio de cartas pastorales.

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