Cada toma de decisión significa un consumo de determinadas fuentes energéticas, neurológicas y mentales, por lo que, a mayor la cantidad de decisiones a tomarse al día, más riesgo de malas decisiones. Simple cuestión de agotamiento o reducción del mecanismo psicofísico dispuesto para las personas decidir. Ese agotamiento, que se considera consecuencia de la excesiva carga de decisiones que ahora tenemos, desconocida por nuestros ancestros, puede provocar el individuo comportarse sin cuidado, o paralizarse; no tomar decisión. Como tras cada decisión durante 24 horas somos menos eficientes para tomar decisiones, nuestras mejores decisiones, las que más reflejan nuestros valores personales e ideales, hacerlas en la mañana. Es el mejor momento del día para decidir, según los expertos.

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