La esperanza con la tragedia de San Cristóbal es que este nuevo desastre finalmente nos sirva de lección; que nos haga comprender de una vez por todas que no podemos seguir con nuestra característica falta de cultura de prevención y cumplimiento de reglas y normas; que es ya hora de que le demos la debida importancia a la seguridad industrial. Supervisión vigilancia oficial ser sistematizadas y operar sin influencias políticas u otras corruptelas. Hechos trágicos de ese tipo deberían ser algo excepcional, no algo recurrente, como lo son en nuestro caso. Treinta y tres muertos, 59 heridos, destrucción material masiva, más huérfanos, deberían conmovernos al fin.

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