El trabajo sostenido de Unicef y organizaciones no gubernamentales internacionales y locales, fomentó afortunada consciencia en el país sobre el matrimonio infantil, haciendo que una parte de la sociedad lo viera como problema humano y social, no “algo normal de nuestra cultura”. Lo increíble es que sea una parte, no toda la sociedad. Eliminar el matrimonio infantil es deber humano y social, la aprobación debe ser unánime; pero vemos ambivalencias. Legisladores supuestamente se oponen, pero favorecen resquicios en el Código Civil para no erradicarlo totalmente. Esperamos que del lado del presidente Luis Abinader no haya medias tintas; por nuestras niñas y niños, por familia y sociedad sanas. Desarraigar el matrimonio infantil es paso fundamental contra otras cuestiones, como abuso infantil, embarazo adolescente y feminicidios.

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