País machista, se espera que haya siempre figura masculina tras las mujeres ejerciendo determinada tutela. Es lo socialmente aceptado y así, como mujer soltera enfrentada ordinariamente a múltiples desafíos: domésticos, vehiculares, laborales, financieros, etc., tengo larga lista de anécdotas y consejeros sobre “buscarme marido” como mi solución. “Deja de estudiar tanto, búscate un marido”, me dijo una prima tras la grúa llevarse mi carro mientras husmeaba títulos en Centro Cuesta del Libro. “Sus maridos” les llamaba una empleada doméstica a mis libros y revistas por ocupar el espacio vacío de mi cama. Un albañil opinaba que como no tenía marido, algo que “no podía entender”, según dijo también, era blanco fácil para defraudación entre sus colegas. Increíble.

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