Trabajo, agenda doméstica, personal, familiar, imprevistos, contratiempos. Estás desbordada de tareas, exhausta, pero no transiges en el mucho hacer, casi frenético, sacrificando el tiempo de descanso, inclusive. Entonces, repentinamente, enfermas: fiebre, dolor de cabeza y garganta, aun más fatiga. Sin más opción, debes pausar y cualquier otra cosa distinta a tu recuperación queda ahora suspendida, hay que guardar cama. Supuestamente pescaste algún virus estacional, influenza, gripe, catarro, etc., pero tras la causa específica subyace el impacto del estrés, uno de los principales factores de debilitamiento de nuestras defensas naturales. Moraleja: descanso y relajación oportunos son ineludibles en cuanto a nuestra salud, hay que darles su justa prioridad. Si no, veremos la segura “factura”, pronto o después.

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