El test que nació entre una película y una taza de café
Parte I: Las preguntas que vinieron del cine
A veces, sin buscarlo, una película puede tocarte justo donde más lo necesitas. Me pasó viendo The Life List, una comedia romántica ligera, sin muchas pretensiones, ideal para una tarde sin expectativas. Y sin embargo, en medio de sus diálogos predecibles, una escena me dejó inmóvil.
Durante una conversación íntima entre la protagonista y su cuñada, esta última le lanza al aire cuatro preguntas que, según la madre de la primera, sirven para saber si lo que siente es amor verdadero:
- ¿Le cuentas todo lo que vive en tu corazón?
- ¿Es esa persona compasiva contigo?
- ¿Te ayuda a ser la mejor versión de ti mismo/a?
- ¿La ves como la madre (o el padre) de tus hijos?
Le puse pausa a la película. Algo en esas preguntas se coló entre mis propias dudas. Pensé en mi relación y en mis pasadas relaciones. ¿Le contaba de verdad lo que sentía? ¿Me hablaba con ternura cuando más lo necesitaba? ¿Estaba creciendo como persona o solo sobreviviendo?
El domingo siguiente, todavía con esa escena dando vueltas en mi cabeza, me senté con mi libreta y una taza de café. Esas cuatro preguntas no eran suficientes. Algo en mí necesitaba seguir indagando, completarlas. Y así surgió una quinta, la primera que nació desde mí: - ¿Sientes que puedes ser completamente tú, sin miedo a ser juzgada?
Fue un momento de claridad. Me di cuenta de que el amor verdadero, ese que no es solo deseo ni rutina, necesita espacio para lo incómodo, para lo vulnerable. No se trata solo de admirar al otro, sino de poder mostrarse entero frente a él. Con luces y con sombras.
Así comenzó lo que más tarde bauticé como el Test del Amor Verdadero.
No es una fórmula infalible ni un oráculo emocional. Es una invitación a mirar hacia dentro. A preguntarte no si amas, sino cómo amas. Y más importante aún, cómo te están amando a ti.
Este test no busca emitir sentencias. No hay una cantidad mínima de respuestas afirmativas que determine si debes quedarte o irte. Pero sí puede ayudarte a identificar si estás donde necesitas estar, si estás construyendo algo real… o simplemente postergando una decisión por miedo a estar sola.
En un mundo donde se celebra más el amor que se publica que el que se cuida, hacer estas preguntas puede parecer incómodo. Pero también puede ser liberador. Como una brújula interna que te orienta hacia vínculos más honestos, más plenos.
¿Qué pasaría si te tomaras el tiempo de responderlas hoy?
(En la segunda parte, te compartiré las preguntas que faltan. No te la pierdas el próximo viernes.)