¿Qué hay detrás del desaprovechamiento de los precios récord del oro? ¿Una caída en la producción nacional, atribuida en parte a factores fuera del control estatal —como fallos técnicos o imprevistos de ingeniería— o posibles errores de omisión del Gobierno: retrasos burocráticos, trabas en permisos ambientales o falta de acción oportuna para facilitar operaciones estratégicas?
La minería despierta pasiones. Siempre ha sido controversial, y en esta época aun más: que si temas ambientales, que si depredan al fisco, que si arrasan los recursos naturales…en fin, se dice de todo y muchas veces hay más ideologías que opiniones fundamentadas. Los gobiernos deben manejar ese problema con tacto y firmeza cuando hay que tenerla.
Decidí recurrir a la inteligencia artificial regenerativa, por supuesto con una petición inteligente y estructurada, a ver qué me decía de la minería responsable. Y esta es su respuesta:
“La minería responsable implica la explotación de recursos minerales de manera que se minimicen los impactos ambientales y sociales negativos, y se asegure el cumplimiento de las leyes y regulaciones. Este enfoque busca garantizar la sostenibilidad a largo plazo, beneficiar a las comunidades locales y contribuir al desarrollo económico del país”.
La IA menciona los siguientes aspectos clave de la minería responsable: “Respeto al medio ambiente, salud y seguridad de los trabajadores, participación de las comunidades, transparencia y cumplimiento de la ley, innovación y desarrollo tecnológico, desarrollo económico local, pago de salarios justos y beneficios tributarios al Estado.”
Cabe resaltar que la interacción con la IA fue en cierto modo un juego de confirmación, pues la información que nos arroja es conocida hasta por los chinos de Bonao, precisamente una zona minera del país.
Para la economía es un tema relevante: la minería produce divisas, empleos, ingresos fiscales y otros beneficios como encadenamientos productivos, formación de capital humano y más; y si se logra hacer esto bajo un cumplimiento ambiental estricto, los beneficios pueden superar con creces los costos asociados a la explotación de los recursos.
El tema es relevante sobre todo en lo que respecta a la producción y exportaciones de oro, porque el precio del precioso metal está en sus máximos históricos, superando este año la barrera de los US$ 3,000/ozt. Tristemente no nos hemos podido beneficiar de estos precios porque la producción de oro en el país va en picada como se observa en la gráfica 1, se verifica una caída de 50% respecto al año 2016.
Por otra parte, las exportaciones de oro cayeron de un promedio de 1.9% del PIB en el periodo 2013-2020 a un promedio de 1.1% del PIB en los últimos tres años. De haberse mantenido en un 1.9% del PIB el valor de las exportaciones hubiera sido al menos de US$ 1,000 millones adicionales el año pasado.
Otro ejercicio interesante es calcular el valor de las exportaciones de haberse mantenido la producción a sus niveles promedio previos a la caída y con el precio promedio del año 2024, el cual fue de US$ 2,388/ozt. En este caso las exportaciones habrían sido al menos US$ 1,100 millones mayores a las verificadas en dicho año.
De paso, el déficit de cuenta corriente hubiera sido de 2.3% del PIB en lugar de 3.3%, los mayores flujos de divisas hubieran ayudado a aliviar las presiones cambiarias y la vida del Banco Central seguramente hubiera sido mucho más fácil.
En adición, los ingresos fiscales hubieran sido al menos US$ 350 millones adicionales, equivalentes a más de 20,000 millones de pesos, cifra que se necesita muchísimo ya sea para bajar el déficit fiscal o para aumentar la inversión pública.
Para el 2025 con un precio que ha promediado más de US$ 3,000/ozt, las exportaciones de oro fácilmente hubieran alcanzado los US$3,000 millones.
Todos estos son cálculos de bolsillo, pero suficientes para darnos una idea de los órdenes de magnitud envueltos y del impacto brutal en nuestras cuentas externas y fiscales de la caída en la producción de la mina de oro.
Si esta caída en la producción se debió a imprevistos en los procesos de ingeniería de la empresa, a mala planificación de su expansión o a fallos en las maquinarias que provocaron atrasos, entonces es algo no controlable por el Estado.
Pero si se debió a falta de implementación de acciones por parte del Gobierno, a retrasos burocráticos y de permisologías ambientales o de ingeniería o en general a inacción del Estado en estos cuatro años, entonces es un ejemplo de lo que la legendaria profesora de economía internacional de la Universidad de Minnesota Anne Krueger llamaba: “Errores de los Gobiernos por omisión.”
En cualquier caso, es importante que en el Gobierno hagan los números y un buen cálculo de beneficios sociales versus costos sociales a la Fontaine. Tal vez los beneficios de una minería responsable superen los costos y el Estado Dominicano pueda acceder a una fuente importante de recursos en esta coyuntura tan complicada, tomando por supuesto todas las medidas ambientales pertinentes.