Provoca mucha pena el encendido debate político, matizado por recriminaciones y descalificaciones hasta personales, en momentos en que el horizonte no luce despejado, ni aquí ni fuera de aquí, y cuando hay necesidad de crear conciencia de que no todo en el país gire alrededor del provecho y disfrute propio y de que se piense en el bien común, porque, y aquí citamos una reflexión de monseñor Arnaiz: “Una nación será siempre tanto más próspera cuanto mayor sea el número de personas y sociedades intermedias que se involucren responsable y directamente en el desarrollo… Un pueblo no es lo que su Gobierno sino lo que sea su sociedad. Sin sociedad viva, articulada, participativa y orgánica no hay nación ni Estado. Lo más que hay es una tribu”. Quimérico, ¿verdad?