A inicio de 2023, Abinader explicó que descontinuó la práctica de dedicar el año a un objetivo porque no le veía sentido. Pero pudo acertar, vistos los meses transcurridos, si lo hubiera designado “Año de la Intolerancia”, en honor a los que imponen, a rajatablas, sus puntos de vista; también pudo ser “Año de la Verdad”, si se acoge como verdad la siguiente definición: Propiedad de políticos y de personeros de la sociedad civil y grupos sociales entre los que el disenso no tiene espacio. Es que el país se ha convertido en un paraíso de la verdad, entendida como algo privado de intelectuales que no debaten, acusan; de periodistas que no informan, opinan; y de economistas para los que las cifras son ciertas y cuadran sólo cuando ellos son gobierno.

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