Por las expresiones que emitió ayer en la mañana en un programa de televisión el ingeniero Tomás Hernández Alberto, vicepresidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), la calma o armonía en ese otrora poderoso partido dista mucho de ser un hecho consumado. El paquetico que le lanzó Hernández Alberto al presidente del PRD, Miguel Vargas Maldonado, pareció un regalo con su venenito incrustado. Lo definió como un excelente funcionario público, un buen gerente administrando posiciones públicas, a tal punto de calificarlo como el mejor canciller que ha tenido la República Dominicana a partir del 1961. Pero, y ahí sí que la tiró dura, lo consideró un “pésimo” gerente político, culpándolo del pobre desempeño en las pasadas elecciones municipales.

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