Participación Ciudadana debió distribuir más equitativamente su lamento por la supuesta lentitud de los grandes casos de corrupción, de los que más de cuatro años después no hay condenas definitivas. Al repartir culpas, olvida que el origen viene de la prisa inicial, del festival, del festín de apresamientos casi simultáneos, de las solicitudes de caso complejo, 18 meses de prisión preventiva y… después hablamos. PC fue parte de esa fiebre anticorrupción y de alharaca mediática que se instaló, con la persecución a determinado color de la política partidista. Hubo quienes advirtieron del riesgo de que sobreviniera el descreimiento y la desconfianza de la gente, porque la anticorrupción no ha pasado de ser una mortificación contra exfuncionarios del peledeísmo. La queja de PC es el precio de tener a corruptos predilectos.

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