La carrera por implantar una ley de partidos políticos no se puede dar por terminada, pero los obstáculos parecen insalvables. De pronto, no se ve muy claro el propósito del oficialismo con la decisión de su mayoría en el Senado de aprobar las primarias abiertas. Se podría decir que persigue implantarla modificando a conveniencia la correlación de fuerzas en la Cámara de Diputados. Pero también se puede pensar que la aprobación obedece al propósito expreso de sabotearla. Se habla de “jugada inteligente”, aunque difícil de entender. Esto sí: no guarda relación con la institucionalidad y el proceder propio de un órgano como se supone el Congreso, instrumentalizado, nueva vez, a conveniencia abierta de partes.
Mero instrumento
La carrera por implantar una ley de partidos políticos no se puede dar por terminada, pero los obstáculos parecen insalvables.