No es que les pongan cortapisas ni limiten su irrenunciable derecho a opinar, a decir cosas, inclusive lo que les dé la gana, pero en nuestro medio abunda el personaje francotirador, siempre al acecho de temas polémicos para ser los primeros en hablar, a veces sin siquiera saber de qué realmente se trata o sin empaparse lo suficiente. Entresacan con pinzas aspectos a debatir o aclarar y, con superficialidad que espanta, lo presentan como cuestión negativa. Su verdad es construida con el termómetro de las redes sociales y, expertos en sesgar la realidad, incurren en generalizaciones, absolutizan verdades parciales y magnifican, desde los extremos, hechos o textos aislados. Hacer que ese tipo de espécimen entre en razón y que argumente con sinceridad, sin sofisma, es perder el tiempo.