En octubre pasado, un próspero empresario de la leche sufrió un golpe devastador. Como si fuese el arrasador paso de una peste, vio caer muertas, una tras otras, alrededor de 180 vacas lecheras de alta genética, desarrolladas en su finca durante años, mediante un sistema único de mestizaje. El desastre conmovió a los ganaderos de la zona de la Hacienda Estrella. Fue un escándalo que escasamente trascendió en algunos blogs. Las autoridades determinaron que el daño fue provocado por una mala formulación del alimento lechero suplido por una compañía con representación en la carretera Duarte. El hombre podrá ser resarcido en pesos, pero el costo de reposición del hato no tiene precio. Una pena.

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