Si fuese por la cantidad de personas individuales, políticos, organizaciones sociales, políticas, y de todo género; por la cantidad de funcionarios y encargados de áreas y departamentos; por la cantidad de feministas; por las autoridades más encumbradas de la Nación, que se pronuncian en pro de una cultura de no violencia contra la mujer, hace tiempo que ese flagelo estuviese reducido a nada. Se habla y se habla, pero no parece que las políticas, públicas y privadas, los programas y proyectos impulsados con ese fin no llenan el cometido. ¿Será necesario desentrañar las raíces, en el seno de la familia? Aunque no parece un asunto único de República Dominicana. Es de espectro mundial.

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