Las basuras lanzadas por Beryl en los mares de la República marcaron a todo el mundo, aquí y más allá. Hasta Hollywood, donde más de una figura norteamericana comentó acerca de esas feas imágenes aparecidas sobre todo en el mar Caribe, en el Malecón de la Ciudad de Santo Domingo, y que este diario reportó originalmente en un video que fue viral en las redes sociales.

Probablemente todos los dominicanos se sintieron culpables. Unos por omisión, el no hacer lo necesario para evitarlo, y otros por comisión, la conducta irresponsable de hacer lo indebido. Esa irracional propensión a lanzar desperdicios a calles, caminos, cañadas, arroyos, ríos, cualquier lugar público. Lo peor de todo: sin consecuencias.

Pues el martes el titular del ministerio de Medio Ambiente reconoció durante el Almuerzo Semanal de Multimedios del Caribe el grave problema del mal manejo de los desechos sólidos y de manera muy particular, los plásticos, que son un mal global, pero muy dramático en el país.

Los plásticos y demás desperdicios flotando en el mar nos sobrecogieron, aún a los más insensatos. Pero los demás restos que no se ven, y que van al fondo marino, y aquellos como los calimetes o sorbetes plásticos que se descomponen durante años, y que se van degradando muy lentamente, y terminan como partes de la “arena”, que ya no es tal, sino una mezcla contaminada junto a toda suerte de partículas, en las playas, igual son dañinos.

La cuestión es que debe hacerse algo. Los plásticos son el motivo de la alarma. Pero los desperdicios son un tema de la agenda nacional. Y debe trabajarse para disponer de ellos adecuadamente. Hay iniciativas alentadoras.

El anuncio del ministro Ángel Estévez de disponer de vigilancia y de acciones preventivas y punitivas en calles, carreteras y playas para hacerle entender a la gente que no puede lanzar desperdicios en cualquier parte, es algo.

La contratación de 150 agentes motorizados que estarán en diferentes puntos, con capacidad para imponer sanciones, quizás sirva de algo. Cierto que el mejor remedio es la educación, pero la sanción también enseña. Muestra que hay consecuencia por hacer lo indebido que daña a todos.

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