Hoy los dominicanos celebran la promulgación de la primera Constitución de la República, el 6 de noviembre de 1844. Hace 174 fue suscrito ese pacto definitorio de la Nación, con un territorio, un principio claro de soberanía, bajo un Estado que actualmente se define como democrático y de derecho.
Sometida a los vaivenes de la vida nacional desde su fundación, ha sido modificada en 39 ocasiones, en 15 períodos de gobierno, en atención a coyunturas e intereses de los actores políticos y sociales.
Pero necesariamente ha sobrevivido, aún en los momentos en que se asumía como un mero “pedazo de papel”, durante gobiernos de fuerza o formalmente democráticos. Sea como referencia, abiertamente violada o desconocida, representa la permanencia de la sociedad, el Estado y sus instituciones.
En esa perspectiva, los gobiernos están en el ineludible deber de defenderla, de protegerla, en el entendimiento de que es la base en que se afirma la legalidad, la forma de gobierno (republicano, democrático y representativo), y las reglas de convivencia social. Para eso es clave que los principales responsables de mantenerla en toda su dimensión y vigor, no olviden los principios en que se sustenta. Idealmente, nada que debilite ese instrumento debe tener acogida entre quienes dirigen el Estado.
Sin embargo, vemos en el curso de la historia cómo los gobernantes pretenden, y con frecuencia logran, ajustarla a sus conveniencias, sin considerar que tal proceder atenta contra su vitalidad como norma suprema de la Nación, y de donde dimana la vigencia de la institucionalidad.
En este 174 aniversario de la Constitución, abogamos para que cada ciudadano sea su guardián defensor, consciente de que no es una competencia única de los poderes en que se organiza el Estado, ni de un órgano especial, sino de todos los dominicanos.
Ciudadanos conscientes y responsables son los mayores garantes de la vigencia de la Constitución, especialmente ante quienes, llamados a defenderla, la defraudan o degradan movidos por apetencias particulares.
