Que nuestra existencia transcurra en un medio ambiente sostenible donde, dentro de lo que cabe, vivir y dejar vivir fuera el principio de la convivencia entre humanos y otros seres vivos como los animales y las plantas, debiera ser una aspiración de los individuos y de las sociedades.

De ahí que el concepto de diversidad biológica o biodiversidad que engloba a todos los seres vivos existentes, incluye también las diferencias genéticas de cada especie, humanos, animales, plantas y microorganismos que nacen, crecen y se desarrollan en un determinado ecosistema, así como los distintos procesos y cambios evolutivos de dichas especies y de todo el entorno que les rodea.

El Día Internacional de la Diversidad Biológica, instituido por la Organización de las Naciones Unidas en 1992, en la Cumbre para la Tierra, se celebra el 22 de mayo de cada año.

Su propósito es concienciar sobre la importancia de la biodiversidad para los seres humanos como también sobre la necesidad de cuidar y preservar para las futuras generaciones el medio ambiente y los ecosistemas con todos los organismos vivos que los habitan.

Los vegetales que consumimos, las diferentes carnes y alimentos, como huevos y otros derivados de los lácteos, por ejemplo, existen porque otros seres vivos se nutren de esa diversidad de especies que pueblan los campos, las granjas y los huertos.

Esa biodiversidad se mantiene gracias a un delicado equilibrio ecológico que debemos preservar y custodiar para asegurarnos de que los animales cuenten con pasturas, las aves de corral puedan desarrollarse, las hortalizas puedan crecer, y todo este ciclo vital es un entramado que cuando se rompe puede desatar tragedias y hasta provocar hambrunas.

Entre los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda para el 2030 figura precisamente mejorar el bienestar y las condiciones de vida de todos los seres humanos, algo que no será posible si el medio ambiente sigue siendo devastado por la depredación ante la indiferencia de todos.

Cuidar la biodiversidad no es solamente una tarea de los ingenieros agrónomos ni de los trabajadores rurales, sino de todos.

No arrojar basura a los ríos y arroyos o lagunas, no contaminar el mar con plásticos ni químicos, no destruir árboles o plantas en los parques públicos o lugares de esparcimiento, no matar por diversión animalitos silvestres, son simples maneras de proteger la biodiversidad, el granito de arena que todos podemos aportar cotidianamente.

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