Recientemente se dio a conocer el “Informe de seguimiento y monitoreo, correspondiente al año 2024, de la organización Iniciativa por una Educación de Calidad (IDEC), cuyos datos debieran preocupar a la sociedad en general.
Lo primero que llama la atención, además de la deserción escolar en el nivel primario, es que uno de cada cuatro adolescentes de 15 a 17 años no asiste a ninguna escuela.
Respecto a la educación media de adultos, el programa Prepara, una iniciativa para fomentar la formación de bachilleres mayores, ha visto reducirse su matrícula un 23%.
Y mientras disminuye la cantidad de chicos dominicanos en las escuelas, se duplica la matrícula de haitianos, si a esto le sumamos que un 6.42% de niños no asiste a la escuela, tenemos un caldo de cultivo para la pobreza, crecimiento de la desocupación y del empleo informal, porque los analfabetos no podrán encontrar empleos de calidad ni aspirar a remuneraciones que les permitan uno mínimo decente de vida.
Según el mismo informe, aunque la brecha de género favorece a las mujeres, que en un 90.56% superan a los varones en finalización de estudios, estos alcanzan un 82.47%, la educación básica incompleta de un 13.67 % de jóvenes de entre 15 a 19 años, es otro problema que se debe enfrentar.
En la misma tesitura, al Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) también preocupa el resultado de la inversión del 4% del PIB en la educación preuniversitaria que “aún no se refleja de manera favorable”, y pone de ejemplo el último Informe PISA, con más del 70% de nuestros estudiantes que no alcanzan niveles mínimos en matemáticas, lectura y ciencias. “Eso es inaceptable”, expresó Censo Juan Marranzini, presidente del gremio.
Es punto común en la mayoría de sectores de la sociedad dominicana los magros resultados de ese 4 %, y no falta quien lamente y observe en la distancia lo desenfocada que estuvo la agitada y popular lucha por lograrlo.
Cuando un informe demuestra, como es el caso del IDEC, con números concretos todo lo que se está haciendo mal, significa que, cuando menos, habría que trazar otras estrategias, cambiar lo que haya que cambiar.
Es hora de que se entienda, empezando por los que tienen el poder de decidir, que una mejor educación, de calidad, es siembra de futuro, perspectiva de progreso y de un país mejor.