El Informe Global de Desarrollo Humano 2020 divulgado el jueves último por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) tiene para la República Dominicana importantes mensajes.

Sus hallazgos reiteran situaciones que no son nuevas, ni mucho menos desconocidas. Pero que sí son de necesaria recordación porque se trata de temas que son deudas pendientes de saldar o al menos de recibir un buen abono de solución.

El hecho de que el informe plantee que el país ha escalado altos niveles en desarrollo humano, con una generación más educada y saludable, es un elemento favorable, digno de celebrar. Pero en la otra parte de la moneda, en la que se refleja que el país tiene el reto de reducir las carencias extremas existentes, hay un mensaje que manda a examinar el rumbo.

El informe plantea que el país avanza en desarrollo humano pero retrocede en igualdad. Eso indica entonces que se necesitan ajustes, reformas o cualquier otra iniciativa para corregir esa situación distorsionada, que en ocasiones hace que haya dudas acerca de las cifras que se ofrecen sobre crecimiento económico.
La duda es alimentada por una confusión que todavía persiste en muchos sectores acerca de los conceptos crecimiento y desarrollo. No son similares, aunque el crecimiento es indispensable para el desarrollo. No hay desarrollo sin crecimiento económico. Pero para que el crecimiento derive en desarrollo se necesitan condiciones adicionales, como políticas sociales de redistribución de la riqueza, no solo con la ejecución de programas sociales sustentados en subsidios focalizados, sino en la estructuración de políticas que propicien un mejor reparto del ingreso nacional.

En esa área es donde todavía falta mucho por hacer, mucho trecho por recorrer, en donde hay deudas pendientes, cuentas por pagar, viejas y cuantiosas.

Salir de ese círculo pernicioso de inequidad requiere de la ayuda de reformas estructurales en las áreas económicas, sociales y laborales.

Como todo camino largo y dificultoso, su recorrido no debe realizarse con la prisa que impulsa la improvisación y la necesidad. Lo ideal es hacer el viaje con pies seguros, sin atropello pero sin pausa.

El Gobierno ha dicho que este año se iniciará la discusión del Pacto Fiscal. Ojalá el debate arrastre otras reformas estructurales necesarias para instaurar un esquema más redistributivo, más equitativo.

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