El 15 de mayo, fecha en que se conmemora a San Isidro Labrador, fue instituido en 1946 como el Día del Agricultor en República Dominicana.

Pocos trabajos requieren tanto sacrificio, tanto esfuerzo y tanta inteligencia práctica como la tarea del agricultor, con un conocimiento que se transmite a través de generaciones, que no siempre es académico y se ejerce en agotadoras jornadas de sol a sol sobre nuestros campos.

Hace mucho que República Dominicana dejó de ser un país de monocultivo para producir aproximadamente el 85 por ciento de los alimentos que consume, lo que garantiza que la población tenga acceso a todos los rubros que integran y satisfacen la dieta cotidiana y promueven las exportaciones.

Sembrar y cosechar no es una tarea simple; los agricultores son personas que saben qué tipo de suelo puede tolerar determinados cultivos, conocen los ciclos de lluvias, los tiempos exactos de preparar la tierra para recibir la semilla que dará origen a cada fruta, hortaliza o rubro en el interminable ciclo de la vida.

La importancia de la agricultura es tal que casi ninguna otra actividad humana podría desarrollarse al margen de ella, como es el caso de la ganadería, la fabricación de tejidos y otras manufacturas.

Pero el aporte del agricultor va mucho más allá, porque a la hora de evaluar el desempeño económico, calcular el crecimiento del producto interno bruto y otras variables, es cuando se comprueba que los cultivos resultan un motor irreemplazable para el desarrollo de la economía.

De ahí que las políticas públicas deben poner el acento en mejorar no solo los ingresos, sino también las condiciones de vida de los trabajadores rurales, para que el campesino se quede en su campo y lo ponga a producir, en lugar de emigrar a la ciudad a alimentar los cordones de miseria.

Nuestros agricultores necesitan el apoyo decidido de las autoridades, una política crediticia planificada, mejor atención sanitaria, escuelas, mejores caminos para transportar sus cosechas y las tecnologías para que el campo continúe siendo la promesa siempre verde de un mañana mejor, y que el aporte de la agricultura al progreso del país reciba el valor y el reconocimiento que merece.

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