Ahora que ha sido aprobada la Ley de Ordenamiento Territorial, Uso de Suelo y Asentamientos Humanos, se han desatado ansias contenidas que la esperaban, aunque sin su reglamento de aplicación o una disposición especial que le dé curso es como si no existiera.
Son muchos los proyectos de elevación de categoría que reposan en el Congreso, con lo que se continuaría dividiendo, a discreción de los legisladores, el territorio nacional, manera expedita con la que secciones y parajes de una demarcación pasarían a formar parte de otra con la subsecuente creación de nuevos puestos y la repartición de los presupuestos.
No se pueden crear otras demarcaciones solo por capricho o a partir de intereses muchas veces de particulares, sin ninguna planificación territorial ni visión de futuro, ni sin consultar las comunidades que serían afectadas.
En ese tenor podría inscribirse la iniciativa de sectores que propulsan la creación del municipio de Gurabo, amparados principalmente en que ninguna de las alcaldías pasadas ha invertido allí en una sola obra “significativa”.
No es nueva esta aspiración de los que dicen representar a los “guraberos”, pero tienen solidez los argumentos de los sectores que la rechazan, empezando porque entienden que esa segmentación “desmembraría” a Santiago de los Caballeros.
Esa iniciativa de elevar de categoría a Gurabo le daría, a juicio de los que la adversan, una parte importante del municipio cabecera e incluye el exclusivo sector de clase alta Cerros de Gurabo, más una parte de los distritos Pedro García y San Francisco de Jacagua.
El movimiento que se opone a Gurabo municipio nuclea a empresarios, industriales, corporaciones de zonas francas y comerciantes, con argumentos atendibles porque están alineados con los que advierten del caos que sobrevendría si se dejara a la libre voluntad de los legisladores la modificación continua de la división política dominicana.
Creemos que un proyecto como el de Gurabo municipio debería debatirse ampliamente en sesiones especiales de la Cámara de Diputados, con la presencia de todos los sectores representativos de Santiago, los que podrían así hacerse escuchar.
En sentido general, el razonamiento es que atomizar el territorio con la creación de nuevos municipios y distritos municipales, sólo hace más compleja la planificación y gestión territorial y también incrementa el gasto público sin que esto garantice mejores servicios para los ciudadanos.