Porque no estamos en un período de intensa sequía, resulta sospechoso que el año haya comenzado con una sucesión de incendios forestales.

El pasado lunes hubo uno que afectó áreas del Parque Nacional Sierra de Bahoruco. El día anterior fueron dos, uno cerca de Pueblo Viejo o Monte de la Jota, provincia Independencia, y el otro en la cercanía del Hoyo de Pelempito, según denuncia la fundación Acción Verde.

El sábado 8 de enero dos más en los parques nacionales José del Carmen Ramírez y José Armando Bermúdez, en San Juan y Santiago, respectivamente.

Con anterioridad, el 30 de diciembre, se produjo un fuego en la zona de Los Arroyos en el Parque Sierra de Bahoruco.

Para uno de esos incendios el Ministerio de Medio Ambiente habló de que eran acciones de desaprensivos a los que prometió perseguir.

Incluso, en los casos Monte de la Jota y de la cercanía del Hoyo de Pelempito, la Fundación Acción Verde cree que se trató de acciones intencionales.

Si se comprobara que son provocados por la intervención de manos criminales, tiene que haber consecuencias legales con el sometimiento a la Justicia de los responsables.

Aunque con frecuencia estos fuegos son el fruto del conuquismo y de la agricultura de subsistencia, es necesario reforzar los mecanismos de vigilancia para la prevención de eventuales quemas y eliminar toda actividad que comprometa la integridad de los ecosistemas.

Y tener, además, la capacidad de respuesta inmediata para abordarlos en el menor tiempo posible.

Proteger nuestros bosques y sus ecosistemas es proteger un recurso que garantiza nuestra propia supervivencia.

Aprovechemos esta sospechosa escalada de fuegos forestales para insistir en la toma de conciencia sobre la preservación y el rol fundamental de los bosques.

Y desde el Gobierno no desmayar en el desarrollo de acciones puntuales para proteger los recursos forestales, combatir la tala de árboles, los incendios y los asentamientos en áreas protegidas.
También hay que convertir en una actividad permanente la reforestación, con prioridad en las cuencas de los ríos por su importancia para la producción agrícola, energética y de agua para el consumo humano.

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