El Día Mundial del Niño fue aprobado en 1954 por la Asamblea General de la ONU, y en 1959, para esa misma fecha, se aprobó la Declaración Universal de Derechos del Niño, un documento que establece los derechos de los niños de todos los países signatarios de esa declaración.
El 20 de noviembre de 1989 se aprobó la Convención de los Derechos del Niño, el más universal de los tratados internacionales.
Son tres acontecimientos importantes en fechas coincidentes, que mueven a la reflexión sobre los derechos de la infancia, pero también a concientizar sobre cuán necesario es que todos los niños y niñas estén protegidos, sean bien tratados y reciban seguridad, y educación, no importa dónde hayan nacido o estén residiendo.
Los 54 artículos que recopilan los derechos económicos, sociales, civiles, culturales y políticos de todos los niños, niñas y adolescentes establecen, entre otros, el derecho a un nombre y a una nacionalidad, algo que no siempre se cumple porque existen, sobre todo en el mundo subdesarrollado, miles de infantes que ni siquiera son declarados.
Otros derechos, como a la salud, a la educación, a recibir protección especial en caso de desastres y conflictos, tampoco se respetan a cabalidad en muchos lugares, pese a que la aplicación de esta convención es de carácter obligatorio para los países firmantes.
Otro de los organismos de protección a la infancia es el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) creado por la ONU en 1946 (denominado inicialmente Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia), para satisfacer las necesidades de emergencia de los niños en Europa y China después de la guerra.
Unicef está presente en más de 190 países, su labor se orienta a garantizar un entorno digno y adecuado para los niños, en condiciones de igualdad de derechos.
Ser niño es siempre difícil, con padres súper ocupados que no tienen tiempo, un problema que puede ser dramático en sectores vulnerables, donde los niños pasan privaciones, no los mandan a la escuela o los obligan a mendigar o a trabajar de buzos en los basurales.
El mundo debiera entender que cuidar a la infancia es proteger el futuro, es formar adultos capaces de cuidar el planeta, de evitar la guerra, de valorar la paz, que puedan crecer en un ambiente de trabajo, con acceso a la educación y al conocimiento.