“Líbranos de todo mal”, la última petición del padrenuestro, está encaminada a implorar a Dios que no nos deje caer en tentación, que nos libre de cualquier mal que aceche, aunque generalmente relacionada con la propia persona o con el mal que podamos inferir a un semejante.

Pero que nos perdonen por este día si pedimos a Dios que libre de todo mal a todos, con la esperanza puesta en que el fenómeno atmosférico Fiona se haya alejado de territorio dominicano sin daños mayores que lamentar.

Estamos al influjo de un huracán cuyas consecuencias y curso final desconocemos a la hora de este escrito, pero satisface ver a los organismos de socorro que actúan con bastante antelación y no debe haber dudas sobre su trabajo efectivo porque ha sido encomiable la coordinación interinstitucional.

Empero, con Fiona se ha repetido la gran carencia que tiene el país en cuanto a tecnología meteorológica.

En cada reporte o rueda de prensa del COE (Centro de Operaciones de Emergencias), se puede notar que para las informaciones y orientaciones claves dependemos del Centro Nacional de Huracanes de Miami o de las que nos suministran los radares desde Puerto Rico.

Arrastramos una insuficiencia patética, casi de muerte: República Dominicana no cuenta con sistemas de radares Doppler para dar seguimiento a los fenómenos atmosféricos. Fiona también hizo notar que se necesitan más estaciones automáticas.

Otro vacío latente para cada temporada ciclónica son los albergues, que prestamente las autoridades dijeron dónde están ubicados, pero se comprobó que no necesariamente estaban disponibles y que con tantas provincias en alerta roja, no se produjeron las evacuaciones que son obligatorias.

Es temprano para pasar balance a los efectos de Fiona porque se prevé que seguirán las lluvias y con ellas el peligro de inundaciones y deslizamientos de tierras, pero vale el dicho de que la experiencia es el mejor de los aprendizajes, y Fiona es un vivo escenario.

Aunque de entrada, y a pesar de todo, podemos afirmar, por la milagrosa variación que se operó en la trayectoria del huracán, que en lugar de impactarnos directamente giró prácticamente en dirección Norte, que República Dominicana está bendecida, que la virgen siempre nos acompaña y nunca nos abandona.

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